El reducido mundo del abertzalismo tiene la costumbre de defender sus intereses políticos y sociales de forma cíclica, por ejemplificar, cuando no están defendiendo a sus ultras, están apoyando su fumadero de porros (gaztetxe), cuando no están en contra del “ultracatolicismo”, están respaldando el feminazismo junto a sus Evas Braun particulares. Dejando estos temas aparte , la dispersión y la supuesta tortura son los temas con los que no dejan de dar la murga nuestros desaseados amigos y que inundan las calles con propaganda muy bien elaborada, pero con unos medios de sujeción bastante deficientes. Otegi ya está en la calle, Jorge Olaiz ha sido recibido como un héroe en navarrería y el portavoz de Sortu en Navarra Txelui Moreno fue detenido por la “policía española” junto a más personas por pintar un mural en contra de la tortura.
Respecto a lo anterior mencionar que Txelui y su cuadrilla se respaldaban diciendo que el mural no iba en contra de nadie, a pesar de que fuese un mural que usaba el mismo logotipo y tipo de fuente de una de las campañas de propaganda abertzale en contra de la Guardia Civil y la Policía Nacional. La campaña abertzale en contra de la tortura es una de las jugadas de ingeniería social más características a la hora de reclutar acólitos y recibir apoyo de otros grupos de izquierda (y no necesariamente de izquierda). Aprovechando que es un elemento fácil de condenar, la izquierda abertzale ha sabido usar este elemento en su conocida estrategia acción-reacción-acción. Inventarse mártires y buscar una excusa para que la ciudadanía viese que había represión por parte del Estado, era una forma de ganarse a esa gente que contemplaba con cierta inquietud las acciones de ETA y se preguntaba el porqué de esta sangrienta batalla contra lo español.
Esta forma de actuar se ideó en la cuarta asamblea de ETA en 1965, en la que se hablaba de tres pasos fundamentales que consistían en lo siguiente:
1- ETA, o sus masas, realizan una acción provocadora contra el sistema.
2- El sistema actúa de forma represiva contra dichas masas.
3- Las masas, divididas entre pánico y rebeldía tras lo sucedido, contemplan como ETA realiza un contragolpe y gana apoyo mientras que disminuye el miedo de dicha masa.
Dicho de otra forma:
1- ETA comete un atentado o sus esbirros realizan un acto rebelde.
2- El Estado de derecho hace correctamente su función, detiene a los culpables y razonablemente, les mete un par de hostiones (o se lo inventan).
3- El pueblo conmovido por lo sucedido, no duda en rebelarse y apoyar la causa etarra.
Tras esta breve explicación me gustaría continuar con el término “mártires” ya mencionado antes. ¿Ha habido tortura por parte del Estado sobre terroristas y cómplices? Está claro y demostrado que en alguna ocasión España se ha manchado las manos de cierto modo pero una gran mayoría de casos han sido magnificados y usados como publicidad para beneficio de la recua abertzale, por todos son conocidas las circulares internas dentro de ETA que pedían denunciar casos ficticios de tortura siempre que fuesen detenidos. Casos como el de Unai Romano, caso que demostró ser una invención y que recibió apoyos hasta por el más facha de nuestros primos y que a día de hoy, más de uno sigue pidiendo justicia invisible (pregúntenle a Ortega Lara tras estar casi dos años secuestrado en un agujero). El batasunerío no quería otra cosa que apareciese un torturado más, un mártir que utilizar, una historia que inventarse, uno de los suyos al que sacrificar (no sería la primera vez). Dentro de ETA también había tortura hacia los suyos y en muchas ocasiones, lo óptimo era autolesionarse para justificar las rajadas ante la policía.
Hay una gran diferencia entre la violencia de ETA y la supuesta violencia de las Fuerzas de Seguridad del Estado y es la siguiente. Basándome en unas sabias palabras de Joseba Arregi (Ex-miembro y consejero del PNV) sobre la violencia de ETA, los terroristas mataban por un fin político en el que perdían la vida policías, militares, políticos, civiles, entre otros y el Estado de Derecho ejercía violencia sobre terroristas ante la impotencia del problema emergente, siendo el Estado de Derecho el único legitimado para el uso de ésta, ya que fuera del Estado de Derecho no hay ni libertad ni democracia posible. Un servidor condena todo tipo de violencia pero lógicamente justificaría antes la violencia sobre ratas terroristas que justificarla sobre vidas inocentes entre las cuales, se encuentran personas que velan por nuestra seguridad y dan su vida por España y por su ciudadanía.
La hipocresía de la izquierda abertzale de justificar el asesinato de terroristas del ISIS y compadecerse de los refugiados sirios llega a unos puntos inexplicables. Personalmente, quitando fundamentos religiosos, el concepto político del Estado Islámico es un símil con lo que ETA quería en País Vasco y Navarra, un ficticio proyecto político con cientos de “minions” que ciegamente lo apoyan mientras órganos superiores hipnotizan al resto mediante adoctrinamiento y mentiras y que a día de hoy coge cada vez más fuerza en las instituciones.
Legio IX
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