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miércoles, 26 de octubre de 2016

La #NavarraSalafista que viene de los desiertos de Arabia a los campos de Corella


Alá es un mafioso. Gusta del tráfico de armas, las guerras, el petróleo, la trata de blancas y el tráfico de personas para financiarse ¿Es esto una crítica al islam radical? ¿Es un comentario xenófobo? Es una descripción de la realidad y si no, que se lo digan a los vecinos de Corella, en Navarra, víctimas de los estados terroristas de Daesh y Arabia Saudí que tienen en su punto de mira, nunca mejor dicho, a esta localidad ribera.

El RIHS (Society of the Revival of the Islamic Heritage) es el medio a través del que se canalizan las aportaciones económicas de países musulmanes y "fieles" de todo el mundo. Todo ello con el agravante de que se trata de una vertiente aun más radical del Islam, el salafismo, que busca las raíces de la religión para aplicarlas en todos los aspectos de la vida actual, rechazando cualquier aspecto moderno. Una propuesta radical y fundamentalista propia de una sociedad medieval. Por supuesto todas estas aportaciones económicas para la construcción de la mezquita no se han visto gravadas por los impuestos como sería con cualquier otra iniciativa de este estilo.

Los salafistas son perseguidos en muchos estados tanto occidentales como orientales por ser germen del terrorismo yihadista. Estados Unidos o Francia son ejemplos de países que prohíben o vigilan muy de cerca la financiación extranjera de mezquitas por el uso que se les da como altavoz de los terroristas. De hecho la ONU vincula directamente la organización con las corrientes más radicales del yihadismo.

Así lucirá la fachada de la nueva mezquita salafista de Corella

La religión está amparada por la declaración universal de derechos humanos, o más bien la libertad de las personas a que profesen su confesión. Sin embargo, una religión como el Islam, incompatible con las sociedades modernas debería tener el profundo rechazo de la comunidad internacional, no es una religión de paz, no hay formas radicales de Islam, el Islam es radical y si no que se lo pregunten a Wafa Sultan, psiquiatra siria que huyó a Estados Unidos buscando refugio ante los horrores de su religión.

El Islam busca apoderarse del ámbito religioso, político y social, el Islam es la ley y anula la libertad individual de las personas, la respuesta de los países democráticos debería ser la propia contra las amenazas a todo lo que Occidente representa, la libertad, la democracia, los derechos fundamentales, la igualdad entre géneros...

El problema es que los sectores que se consideran más "progresistas" tienden la mano a este colectivo político-religioso por compartir una máxima, la destrucción de la cultura occidental. Así vemos una creciente cristianofobia y antisemitismo en pro de un trato de favor hacia el Islam y sus gentes. El marxismo hace extraños camaradas de viaje y no le importa sacrificar sus bases para lograr su dictadura, en este caso que la religión aliene al hombre o que las mujeres sean tratadas más como un objeto que como personas es una nimiedad.


Sigamos tapándonos los ojos, sigamos, como dice Wafa Sultan, siendo políticamente correctos. No es malo defender la cultura occidental, no es malo decir que no a una religión terrorista, no es malo reivindicar nuestras raíces culturales. Lo único más antidemocrático que no dejar participar a un grupo en democracia es permitir que ese mismo grupo se valga de ella para destruirla.

Una colaboración de Prometeo

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