Estrenada en 1999, la película Matrix fue una de las superproducciones más taquilleras de su momento. Aquél cóctel que aunaba escenas de acción con artes marciales e innovadores efectos especiales, el interesante argumento que tenía lugar en un oscuro universo ciberpunk y el trasfondo filosófico que terminaba de aderezar el filme; convirtieron al largometraje en algo más que un éxito para la crítica y el público. Más que una película de culto, Matrix es un icono cultural cuya influencia es palpable hoy en día.
En una de las escenas más recordadas por todos, su protagonista ya como Neo (interpretado por el sufrido Keanu Reeves) se enfrenta a la disyuntiva planteada por Morfeo (Laurence Fishburne) de elegir entre una pastilla azul que le devolvería a la ilusión generada por Matrix y una pastilla roja que le mostraría la realidad tal y como es. En efecto, la pastilla azul representa la seguridad que uno puede encontrar en la ignorancia autoinducida, mientras que la pastilla roja representa el conocimiento de la realidad que a menudo puede resultar doloroso. Este dilema no es nuevo y buena parte del planteamiento de la película gira en torno a una alegoría del mito de la caverna de Platón.
A estas alturas, pocas cosas nuevas os puedo contar respecto a los trágicos sucesos acaecidos el pasado jueves en Barcelona, hechos que inevitablemente nos retrotraen a todos a aquella fatídica mañana de jueves, aquel 11 de marzo del año 2004 en que nos contaron que había tenido lugar un atentado en Madrid... pero algo ha cambiado desde entonces y es que las Redes Sociales han sacado a relucir una realidad alternativa que los medios de masas no quieren que conozcamos; aquellos que han decidido tomarse la pastilla roja hoy se cuentan por millones.
No os quiero llevar a engaños, aquellos que siguen eligiendo la pastilla azul ganan por goleada. Unos, temerosos de no seguir la corriente general, siguen tragándose el mito del Islam como una religión de paz, ignorando el hecho palpable de que el Islam más que una religión es una teoría político-religiosa que lleva expandiéndose militarmente los últimos catorce siglos y para la cual los cristianos no somos personas y podemos ser esclavizados o asesinados según establece el Corán.
Con esto no quiero decir que el común de los musulmanes sean violentos per se porque no es así, simplemente han elegido no llevar a la práctica los preceptos más extremos de su confesión; ya sea por ser desagradables para ellos o quizás por puro pragmatismo, a imagen y semejanza de Mahoma, que como es lógico cuando contaba con pocos seguidores llamaba a la paz y la tolerancia; pero que en cuanto hizo hegemónico su poder, llamó a la conversión o el asesinato de los "infieles" allá donde fuesen encontrados. No es que los terroristas islámicos del llamado Estado Islámico sean malos musulmanes como se empeñan en decir, es que cumplen a rajatabla las enseñanzas del último de sus profetas.
Tampoco faltan aquellos que se han dado un atracón de pastillas azules y que están dispuestos incluso a ejercer la violencia contra todo aquel que discrepe de la benevolencia de una supuesta religión que establece en sus escrituras más sagradas que una mujer vale la mitad que un hombre, que puede ser corregida mediante el maltrato físico y que tomar esclavas sexuales en la yihad es totalmente legítimo.
Son estos al fin y al cabo los mamporreros que, pobrecitos ellos, sin tener mucha idea están defendiendo los intereses de algunas élites económicas que ven a los inmigrantes musulmanes como la mano de obra barata que puede contribuir a rebajar las condiciones laborales de las clases obreras autóctonas y llegado el momento, sustituirlas por una población con unas menores expectativas de vida.
Pero como os vengo diciendo, cada vez son más los que se escapan a las redes del pensamiento único y escogen la pastilla roja, aun al riesgo de resultar represaliados por leyes creadas para perseguir crímenes de opinión, como decir que los niños tienen pito.
Hasta un votante convencido de Podemos me preguntaba el otro día en el trabajo si la solución al problema del terrorismo islámico era deportar a los musulmanes, a lo que yo le respondí que si hace 500 años ya fue difícil expulsar a los moriscos, hoy en día ese tipo de solución resultaba poco realista, menos aun si le seguía votando a políticos como Pablo Iglesias o Manuela Carmena que pretenden traer aún más inmigrantes de países islámicos para crear su voto clientelar, que nuestras condiciones laborales sigan precarizandose y ya de paso desgastar al cristianismo.
Después de cada matanza los medios de la progresía intentan vendernos que el problema es la islamofobia, de los atentados terroristas ya nos olvidaremos. Quieren aparentar que poseen la verdad, pero en el fondo tienen miedo porque el día que despertemos de este letargo y nos enteremos de lo que nos están haciendo como pueblo, podemos estar muy cabreados. Otro día hablamos de cómo la importación de cientos de miles de musulmanes sólo porque no hablaban español, el uso político de los Mozos de Escuadra y el subsecuente vacío del Estado en Cataluña; han creado el caldo de cultivo apropiado para el terrorismo islamista en esta comunidad.
¿Y tú que eliges, la pastilla azul o la roja? Yo te puedo asegurar que aquí sólo tenemos pastillas rojas.
Hispano
ISLAMOFOBIA..........
ResponderEliminarPues yo no veo eso por ningún sitio. Lo que veo es alguien que intenta entender quiénes son y por qué se nos ataca en nuestro propio país.
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