Es un hecho: la formación abertzale Aralar, especialmente implantada en Navarra, ha cumplido su ciclo histórico, por lo que únicamente le resta el capítulo funerario de su disolución; previsto como congreso de despedida del partido en diciembre próximo. Ulteriormente sus militares se integrarán en la coalición EH Bildu de la que la entidad ya forma parte.
Patxi Zabaleta, su alma mater y cerebro gris del mundo abertzale, ha declarado que tal decisión es el fruto maduro de la conquista de dos objetivos políticos: que la autodenominada izquierda abertzale haya admitido los derechos humanos y la existencia en su seno de corrientes de opinión. No obstante, a pesar de tal triunfalismo, desde esta tribuna negamos la veracidad de ambas razones.
En primer lugar, la izquierda abertzale “oficial”, que Zabaleta se empeña en denominar ahora como “civil” -en contraste con la dirección y organización “militar” que le caracterizó durante décadas bajo el amparo de ETA- ha aceptado los derechos humanos únicamente cuando le ha convenido “tácticamente” y con la boca pequeña. De haberlos aceptados plenamente, habría colaborado en el esclarecimiento de los más de 300 asesinatos perpetrados por miembros de sus aparatos terroristas y que todavía están pendientes de resolución. Derechos humanos para todos, ¿o no?
En segundo lugar, los miembros de Aralar se integrarán en EH Bildu a título individual; no como corriente. Si conforme los novísimos estatutos de la coalición es posible la concurrencia de partidos, corrientes e independientes, ¿por qué no lo hacen? Pues muy sencillo: se sienten muy cómodos regresando a “casa”. Ya era hora. Máscaras fuera.
Debemos preguntarnos, entonces, si ambas premisas son falsas, ¿por qué se disuelve realmente Aralar?
Se impone una única respuesta: por haber cumplido su finalidad real; no las alegadas cara a la galería.
Aralar surge en un momento –mediados del año 2001- en que la “izquierda abertzale” en su expresión partidaria era ilegalizada por su imbricación con ETA; banda que todavía no se ha disuelto y que, por el contrario, permanece operativa cumpliendo funciones muy precisas. Por ejemplo, la expulsión de militantes díscolos a la tesis mayoritaria, caso del navarro Patxi Ruiz, condenado por el asesinato de Tomás Caballero, quien acusa a la banda de “liquidacionista”.
Además de proporcionar un refugio y fachada legal a los sectores más posibilistas y transformistas de la izquierda abertzale en una fase convulsa y crítica, cumplió otro papel fundamental: reorganizar al conjunto de las fuerzas separatistas en Navarra, por medio de su tránsito por Nafarroa Bai, hasta recalar finalmente en EH Bildu; lo que proporcionó un gran margen de maniobra a esos sectores posibilistas abertzales en su empeño de configurar un nuevo mapa político en Navarra, apuntalando a un casi inexistente PNV y agrupando “progresistas” de diversas procedencias y sensibilidades. De este modo se pasó, finalmente, de contar con una gran fuerza abertzale –Herri Batasuna- y dos fuerzas residuales (EA y PNV) a la existencia de dos grandes polos separatistas –EH Bildu y Geroa Bai- capaces de atraer sectores progresistas hasta entonces renuentes a las posturas netamente abertzales a causa del impacto emocional que venía causando la violencia terrorista.
Patxi Zabaleta siempre reconoció que la opción de Aralar por la paz era táctica (Gara, 11 de julio de 2001) y no estratégica: es decir, en esos momentos era conveniente marcar distancias con el terrorismo afín, pues no favorecía el subsiguiente juego político. Semejante ambigüedad moral –el rechazo oportunista de “la violencia” por cuestiones “técnicas” y no estrictamente morales, es además perfectamente coherente con el hecho de que su despacho profesional acogiera a un criminal convicto, confeso y orgulloso: Vicente (ahora, Bixente) Nazábal Auzmendi, uno de los asesinos de Jesús Ulayar Liciaga en 1979.
Intereconomía interpela a Bixente Nazábal Auzmendi, asesino de Jesús Ulayar. http://blogs.periodistadigital.com/politica.php/2007/05/29/etarra_asesino_ulayar_nazabal_zabaleta_5678
Recordemos, por último, que Aralar se venía arrogando otros méritos: haber efectuado una elaboración ideológica novedosa, estudiar y adaptar en “Euskadi” el ecosocialismo europeo alternativo al post-comunismo, etc. Pues bien: nada de todo ello era sincero. Y los hechos lo acreditan: su objetivo era, es y siempre será el fortalecimiento de la “izquierda abertzale”.
ETA no se ha disuelto y, aunque lo haga, “algo” o “alguien” cumplirán sus ineludibles funciones rectoras de todo el MLNV, chicos/as de Aralar incluidos/as; pues a éstos/as, a título individual, en un conjunto organizativo monolítico, autocontrolado y regido por el centralismo democrático, no les queda otra que obedecer y currar si quieren salir en la foto; en cualquier foto.
Para algunos analistas, la desaparición de Aralar implicaría que el panorama político del País Vasco y Navarra –tan atravesado de siglas, coaliciones y plataformas- se aclararía un poco. Pero lo totalmente cierto es que este hecho no cambia nada que ya no estuviera por completo en marcha.
El hecho objetivo es que la izquierda abertzale –ya sin adjetivos como “oficial”, “civil”, etc.- sale reforzada al recuperar y consolidar un liderazgo ya indiscutible del “bloque” y absorber -todavía más- a los grupos satelizados de EA, Alternatiba y los “independientes”.
Éste es el balance histórico de Patxi Zabaleta y sus gentes: cinismo personal, hipocresía colectiva, juegos dialécticos y adhesión inquebrantable al proyecto global de ETA; que no es otro que el de la izquierda abertzale. En suma: lobos con piel de corderos.
Sila Félix
Patxi Zabaleta ha sido uno de los políticos más oportunistas e hipócritas del escenario navarro. Vive de puta madre, tiene un patrimonio potente, se le respeta... Todos estos años no han sido en balde... para su lucro imagen y ego. Un auténtico deshecho humano, aunque vaya de euskoguay.
ResponderEliminarAL final, lo que hay detrás de tanto independentismo son intereses personales.
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