José María Quesada Lasarte, nacido en 1934 en la parte vieja de San Sebastián, fue primer etarra residente en Navarra.
Recordemos que ETA nació en Vizcaya y Guipúzcoa; si bien, desde sus inicios, era muy consciente de la significación de Álava y Navarra para su proyecto secesionista. En consecuencia, ya en julio de 1961, la dirección de ETA acordó que Quesada se desplazara a Navarra con el objetivo de implantar la organización; inexistente por entonces. Quesada ya había sido detenido por la policía, en varias ocasiones, por su implicación con la incipiente banda; la primera vez en 1958.
Quesada Lasarte enmarcado en un círculo junto a su cuadrilla en una excursión
«José Mari Quesada sería el primer responsable de ETA en el Viejo Reyno. Eneko Irigarai tuvo un encuentro con él en Hendaia y, semanas más tarde, Julen Madariaga con Pontxo Iriarte y José Antonio Albisu, que acompañarían a Quesada en la estructura dirigente de ETA en Nafarroa.
La decisión de tender puentes hacia Araba y Nafarroa la había tomado ETA en su primer asamblea (mayo de 1962), celebrada en el monasterio de Belloc. Para Nafarroa, además, Quesada, Iriarte y Albisu iban a contar con una publicación distinta al “Zutik”, de nombre “Iratxe”, a fin de reforzar su actividad persuasiva».
Monasterio benedictino de Belloch en Urt (Francia) testigo de los orígenes de ETA
Su aventura navarra duró poco tiempo, siendo detenido en San Sebastián en agosto de 1962 a raíz de las investigaciones policiales de un intento de magnicidio de Francisco Franco, por parte de un grupo anarquista, que contó con apoyo de ETA.
Quesada fue excarcelado en octubre de 1963, beneficiándose de un indulto concedido por el gobierno español con motivo de la exaltación al Solio Pontificio de Pablo VI. Falleció el 29 de enero de 1968; supuestamente a resultas de los malos tratos que habría sufrido en la comisaría de San Sebastián años atrás.
Entre otras, tales informaciones han sido difundidas por el diario Gara el pasado 30 de enero de 2018, en uno de tantos reportajes elaborados por este medio a fin de edulcorar la truculenta realidad de la banda terrorista en un enésimo intento de blanqueamiento.
En el artículo se califica a José María Quesada Lasarte de “voluntario”; no como terrorista. El lenguaje, ciertamente, es muy importante; pero en este intento no puede obviarse que el citado personaje militó en una organización –bien puede leerse entre líneas de este reportaje hagiográfico de Gara- que había optado por toda una estrategia sustentada en el terrorismo. Quesada pudo haber elegido otras vías, tal y como hicieron otros muchos grupos de la época, pero se decantó, como el resto de sus correligionarios, en favor del frío e inhumano análisis coste/beneficio propio del terrorismo más depurado: “acción-represión-acción”. Pretendían causar el máximo daño y sufrimiento humano posibles, buscaron y obtuvieron los medios para ello, no dudaron en asesinar a cientos de personas de toda condición durante décadas, y se sirvieron –se sirven todavía hoy- de todo ello sin límites: ¿cómo tienen, aún, el descaro y la impostura de no llamarlo terrorismo sin más ambages?
Panfleto de Iratxe publicado en la época
Quesada también es presentado, en dicho reportaje, como supuesta víctima de torturas practicadas por la policía española, señalando concretamente a Melitón Manzanas; asesinado en 1968. Como buenos periodistas, ellos, tan proclives a presentar documentos que avalen sus tesis, en esta ocasión el diario filoterrorista únicamente recurre como aval a los recuerdos orales de sus correligionarios supervivientes. Este segundo aspecto de la particular historia del terrorista, prontamente indultado, se orienta hacia una implícita justificación del asesinato de Melitón Manzanas; todo ello en el marco de la campaña internacional que viene desarrollando el Gobierno Vasco (http://www.eitb.eus/es/noticias/politica/detalle/5282222/informe-torturas-4113-casos-tortura-cav-1960-2014/) en su pretensión monopolista de elaboración del “relato del terrorismo” desde una perspectiva equidistante y de punto final.
De tal modo, tan poco inocente, según Gara, Quesada no sería un terrorista y sí una especie de “hermano mayor” desplazado altruistamente a Navarra para organizar ETA; un grupito más o menos similar a las Hermanitas de los Pobres. En todo caso, un tipo importante y de gran valor simbólico en esta terrorífica historia colectiva: un pionero.
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La intencionalidad del reportaje –y de tantos otros- es evidente: la justificación y mistificación del terrorismo afín ante sus propios lectores, reforzando con más munición historicista su autista argumentario colectivo; pero también un blanqueamiento cara al exterior de tan cerrado como disciplinado mundo.
Pero por mucho que se empeñen: un terrorista es un terrorista. ¿Voluntario, dicen?, vale, pero del terror al servicio del odio y de un proyecto totalitario. Ni más ni menos.
No fue casualidad que ETA naciera en Vizcaya y en Guipúzcoa. En el mencionado artículo se describe, con cierto detallismo bucólico, el medio social en el que los primeros núcleos de ETA se organizaron; concretamente en San Sebastián: la parroquia de “los Luises” (San Luis Gonzaga) del barrio de El Antiguo. Confundidos, en sus inicios, con los militantes juveniles del PNV (EGI, quienes apuntalaron a ETA en varias ocasiones en que a punto estuvo de extinguirse), las salidas montañeras fueron desde entonces uno de los métodos de captación y formación de los futuros militantes.
Desde sus inicios ETA ha intentado apropiarse de la simbología navarra
Queda claro, pues, que ETA nada tuvo que ver, con Navarra, en su nacimiento. Pero como su proyecto hegemónico era inviable sin la tierra, los recursos, la Historia y las gentes de Navarra, desde muy pronto se esforzó por implantarse entre nosotros. De hecho, su primera publicación se llamó Iratxe, en un indisimulado y persistente intento de darle un acento navarro al incipiente grupo terrorista y a sus futuras y múltiples expresiones.
En El Antiguo, vemos, anidaron los huevos de la serpiente cuyas criaturas reptaron hasta Navarra llevando consigo odio y muerte. Y siguen entre nosotros.
Sila Félix
Y como siempre que no falten curas, abadias, Parroquias... , todo desde el soporte de una religión desnortada por una serie de Papas imbeciles al frente de la Sucia Sede
ResponderEliminarEn El Antiguo (de San Sebastián), anidaron los huevos de la serpiente. .:
ResponderEliminarFUE A PARTIR DE LA MUERTE DE Franco. A finales de los 60 y principios de los 70, El Antiguo era maravilloso. La calle Matía con sus excelentes restaurantes, era mi lugar preferido para comer durante los 15 días de vacaciones que pasé en San Sebastián durante varios años.
No había ningún indicio externo de que ETA existía, no había ningún miedo.
Eso cambió radicalmente a la muerte de Franco. Empecé a experimentar una cierta inquietud y dejé de ir de vacaciones aunque si en visitas esporádicas.Pocos años después tomé conciencia del cáncer de la banda y del apoyo que recibía de curas y políticos. Corté también las visitas y hasta hoy. De eso han pasado más de 30 años. Y sigo porque la Eta está derrotada pero no el separatismo clerical burgués.
Gracias por tu testimonio, Laxeiro.
Eliminartodos muertos pero sufriendo hasta morir cada lagrima como un botijo de la mancha.todas las noches selespresente satanas i le digan la muerte que ban atener no se lo imaginan.
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