jueves, 17 de septiembre de 2015

La batalla de las palabras, entre Podemos y ETA


El pasado martes 15 de septiembre saltaba de nuevo a la palestra mediática el juguete roto de Podemos: Juan Carlos Monedero, esta vez debido a un incendiario artículo en su blog en el que equiparaba al opositor Venezolano Leopoldo López con los terroristas de ETA por según él, instigar una campaña de violencia callejera que se había saldado con 43 muertos y millones de euros en destrozos. Cuál sería el despropósito que hasta el propio Pablo Iglesias se ha desmarcado de estas afirmaciones ya que según él, a Leopoldo López se le había impuesto una condena de casi 14 años de cárcel única y exclusivamente por su actividad política. Esta es la postura que también comparten los Estados Unidos, la Unión Europea u organizaciones como la Internacional Socialista o Amnistía Internacional.

Así mismo, ya en España, quienes se hicieron los ofendidos en las redes sociales fueron los amigos de ETA, ya que aquel que como decíamos ayer no había dudado en justificar los asesinatos de supuestos traficantes por parte de la banda terrorista vasca alegando que la Policía española se había dedicado a introducir heroína en el País Vasco para desactivar a los jóvenes, ahora resulta que ponía a los etarras como los malos de la película.

La memez en cuestión que nos ocupa en este caso es la mofa que suelen argüir como autómatas muchos de aquellos que justifican o pretenden minimizar la violencia terrorista: el archiconocido "todo es ETA" o "ha sido ETA", motivado ya que según ellos ciertas personas tienden a ver a la banda terrorista ETA como el mal absoluto al que echar la culpa de todo. Lo más curioso de todo es que estos personajes a su vez consideran al "fascismo" precisamente también como el mal absoluto al que echar la culpa de todo... no es que esta ideología haya resurgido, es que ellos le llaman "fascista" a todo aquel que no piensa como a ellos les gusta. Curiosa doble vara de medir.

Históricamente en España no nos ha tocado sufrir un periodo prolongado de terror rojo como en determinados países de Europa del Este, Asia o las Américas. Si bien se han dado episodios más o menos esporádicos de violencia de extrema izquierda: como durante la revolución de Asturias o la represión en la zona republicana durante la Guerra Civil. Esta última se saldó con decenas de miles de asesinatos por motivos políticos o religiosos, cárceles como las checas que más podían ser denominadas cámaras de tortura, quemas de iglesias y conventos... Estos hechos violentos han sido sepultados por el paso del tiempo y la ausencia de un movimiento por la "memoria histórica" que los utilice como arma propagandística en la actualidad, análogo a los de la extrema izquierda. Por eso el común de la población no va identificar a aquellos que se identifican con el comunismo o el socialismo con los crímenes cometidos por ellos antes del régimen franquista.

Sin embargo, durante las últimas cinco décadas sí que ha existido un representante de la violencia comunista, y este es la banda terrorista ETA, que no nos olvidemos se autodefine como un grupo armado de ideología abertzale (nacionalista vasca y por lo tanto independentista) y socialista marxista (comunista). Este grupo terrorista, que ha cometido la mayor parte de sus asesinatos durante la democracia española con la finalidad de amedrentar a aquellos que defienden a España, se ha ganado a pulso durante las últimas décadas el ser considerado por la mayor parte de la sociedad española como el representante de todo lo reprobable que puede resultar la extrema izquierda por la crueldad y la sinrazón de sus acciones terroristas.

Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que cuando algún personaje adscrito a la extrema izquierda española despunta, los medios de comunicación opuestos a este tipo de posturas ideológicas no tarden en destapar sus simpatías por la banda terrorista ETA o sus contactos con la izquierda abertzale. Ya sucedió con Ada Colau o Pablo Iglesias, y no sin razón ya que al fin y al cabo el común de la extrema izquierda española simpatiza en menor o mayor medida con ETA, ya sea por su lucha contra el régimen de Franco o por su éxito social, ya que en la actualidad ha logrado erigir un movimiento totalitario de corte socialista en el País Vasco y Navarra que al fin y al cabo funciona y va ganando, y estoy han de reconocerlo estén o no de acuerdo con la mayor parte de los medios o las ideas para lograrlo.

Por ejemplo, pese a que ahora Pablo Iglesias por motivos exclusivamente electoralistas evita expresar en público su admiración por ETA y su entorno, por todos es conocido el vídeo en el que va de colegueo con la izquierda abertzale en una herriko taberna de Pamplona.

Una de las batallas importantes que se están librando actualmente es la del lenguaje y esta no es nimia ya que quien controle el relato del pasado, controlará el futuro (como bien decía George Orwell en 1984) y el tic que tienen algunas personas de calificar como etarras a cualquier persona que simpatice con la banda terrorista es desde mi punto de vista un error, siendo la palabra correcta para estos casos proetarra (alguien que está a favor de los etarras), esta es una imprecisión lingüística que puede parecer muy pequeña, pero llamarle etarra a alguien que de forma evidente no lo es (a pesar de que manifieste simpatía por ellos o su entorno) precisamente ayuda a la banalización del término y el blanqueamiento de aquellas personas que realmente están o han estado integradas en una banda terrorista con cientos de asesinatos, miles de heridos y decenas de miles de exiliados a sus espaldas.

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