Entre
el advenimiento de la II República española (14 de abril de 1931) y el rechazo
navarro en la Asamblea General celebrada en Pamplona el 19 de junio de 1932, se discutió un Estatuto
de Autonomía Vasco-Navarro (por primera vez en la historia y que también sería conocido como el Estatuto de Estella) que pretendía
disolver Navarra y convertirla en una provincia vascongada más al mismo nivel
que las otras tres. Para vergüenza de algunos, al principio una parte
importante del bloque de derechas (PNV aparte) incluyendo a monárquicos de todo
tipo (boina roja incluida) y demás grupos conservadores apoyaron inicialmente
el proyecto con una miopía política impresionante.
Ante la deriva radical y
profundamente anticatólica del gobierno de Madrid, se ve que a unos cuantos
iluminados dirigentes de los distintos grupos de las derechas no nacionalistas
se les encendió una bombilla en su cerebro y decidieron apoyar la trampa del
Estatuto Vasco-Navarro con objeto de juntarse al PNV para fortalecer su
posición frente al gobierno de izquierda radical que se había formado en Madrid
tras el vacío del poder al salir Alfonso XIII al exilio de manera voluntaria
(una huida a toda regla, además de
manera muy irresponsable).
Pues
bien, aunque parezca increíble, la izquierda navarra si bien por razones de
conveniencia política mostró un poco de coherencia por una vez en su historia.
De hecho, fueron los primeros en formular su frontal rechazo al Estatuto
Vasco-Navarro, defendiendo una Navarra como sujeto político-administrativo
diferenciado de la incipiente Comunidad Autónoma Vasca. Realmente parece increíble
que la izquierda navarra se haya opuesto frontalmente a la integración en la
CAV alguna vez, pero por raro que suene ocurrió durante la II República
Española. Lo mejor de todo es que existen pruebas documentales, como los dos
ejemplos que vamos a poner a continuación. Está claro que si la izquierda
navarra fuera coherente con su ideología (un internacionalismo tontuno que no
comparto) y fuera más seria, no se dejaría embaucar en los proyectos
totalitarios del separatismo.
Resulta llamativo que para defender España se
acojan al sagrado internacionalismo, pero para enfrentarse a los separatistas
se les olvide. En fin, repetimos que aunque parezca increíble, hubo una época en
la que la izquierda navarra se oponía a los cantos de sirena del panvasquismo,
veámoslo.
¿ESTATUTO
AHORA?, Demetrio Sádaba, revista Trabajadores 18/03/1932
Recientemente ha tenido lugar en San
Adrian una asamblea de asesoramiento sobre el Estatuto Vasco-navarro. Más bien
ah tenido esta reunión carácter de propaganda abierta y decidida para atraer a la
gente pueblerina. A ella hemos acudido varios camaradas de
la UGT para informarnos de cuanto se decía. Y nos hemos quedado muy
intranquilos al oír decir que el Gobierno de la República no resolvería ni en
cien años la gravísima cuestión de la Reforma Agraria, y que, gracias al
Estatuto, se resolvería fácilmente lo concerniente a Navarra, que es la
reivindicación de comunes y corralizas.
Y ahora pregunto yo, ¿Como ofrecen ahora
lo que cuando ejercían el mando se lo dejaron quitar? ¿Cómo no han hecho antes
nada para que corralizas y comunes volvieran a ser propiedad de los Municipios?
Y si tanto prometen ¿porqué no nos lo dan antes de unirnos a quienes tratan de
conseguir el Estatuto regional?
Por aquí, por la Ribera, les va a salir el tiro por la culata. Que se vayan a hacer propaganda por la
Montaña, y aun allá se encontraran con que no todo el monte es orégano, porque
también en esa parte de Navarra van penetrando las doctrinas redentoras de
socialismo por medio de la UGT, que cada día van constituyendo nuevas
secciones, como lo atestiguan diversos pueblos de Salazar, Roncal, Baztan,
Amescoa, la Barranca, etc.
NO
QUEREMOS ESTATUTO, Jesús Boneta, revista Trabajadores 01/05/1932
En la mayoría de los pueblos de la
Ribera de Navarra los Estatutos son odiados por instinto y por convicción. La
gente trabajadora que los odia, por instinto en la mayoría de los casos, tiene
sobrados motivos para ello, porque prevé que el Estatuto sería una máscara
dentro de la cual seguiría imperando el abominable régimen pasado. Y lo odian
por instinto, porque nunca jamás oyeron hablar en los pueblos de esas zarandajas
hasta que advino la República y se temió ciertas reformas, y del
Estatuto se levantó una bandera nacionalista bajo la cual se cobijaron
monárquicos vergonzantes, usureros sin entraña, usurpadores y detentadores de
terrenos comunales, clérigos, semi-matones y, en general, todas las gentuzas
descendientes de los antiguos habitantes de Sierra Morena.
¿Y con esta compañía se nos quiere embarcar a los trabajadores?
Seguramente que el Estatuto no se aprobará con nuestros votos, puesto tenemos
perfecto derecho y grandes motivos para desconfiar de la tal compañía.
Se odia por convicción, porque el Estatuto ha de
ser un freno a todos los avances económico-sociales de Madrid, porque este
tendrá su punto de partida en la actual legislación nacional, y ese mismo punto
de partida se convertirá en un punto de llegada por obra y gracia de los
Beunza, Pildain y Oreja endiosados con
los votos de las turbas fanatizadas por los curas trabucaires montañeses, que encadenarán a la
Ribera, que ni técnica ni geográficamente nada tiene que ver con las manadas
que acertadamente representan esos señores incitadores, en
nombre de Dios, al exterminio de todo aquel que no piense igual que ellos, y
que en el Parlamento ya han demostrado bien lo que se puede esperar de ellos. Y
si así llegara a suceder, no pasaría mucho tiempo sin que la Ribera pidiera su independencia
y su separación del resto de Navarra -a lo que ninguna manera
queremos llegar-, al ver que nos quedamos rezagados de la legislación central, y por estar
menor compenetrados -hay que ser claros- con el resto de España -Aragón y Rioja
por ejemplo- que con ciertas zonas montañesas, que, sin tener en
cuenta que somos navarros como ellos, en su sectarismo religioso sueñan con un
ángel exterminador que nos eche de este paraíso En este plan, de Navarra sobra la Ribera, o de
Navarra sobra la montaña.
O tempora, o mores.
ResponderEliminarQuizás se puede intercambiar localidades robasetas por navarras. Nos quedamos con el nada abertzale Irún y ellos se quedan con alguna localidad o localidades abertzales.
ResponderEliminarUna idea a considerar.En cualquier caso, sumémosle Fuenterrabía.
ResponderEliminarHay que volver a ilegalizar la izquierda abertzale, pero esta vez hay hacerlo bien y completo, ilegalizando Bildu, Ikasle Abertzaleak, Ernai, Askapena, ELA, LAB, EHNE y cerrando Gara, Berria, las Herriko Tabernas, IKA, AEK, librerías Elkar, cientos de bares y empresas de la Izquierda Abertzale…
ResponderEliminarHay que hacer un Nuremberg contra ellos.
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