Al
igual que tantos otros eventos judiciales o políticos de gran calado, la
resolución judicial por la que el Tribunal de Cuentas absolvía a Uxue Barkos,
en el chusco tema de las dietas, recayó en verano. Un clásico en este país. Y,
para más inri, cuando los sanfermines quemaban sus últimos cartuchos; el día
13.
Podríamos
pensar en una operativa “solidaridad de género” de las protagonistas del evento;
jueza y política. También en una afinidad ideológica entre ambas. Pero,
líbrenos Dios de caer en tamañas disquisiciones que a nada conducen. Incluso es
posible otra tercera interpretación, un poquitín conspiranoica, no en vano -¡casualidad!-
la sentencia se emite y publica en un momento “dulce” de las relaciones entre
PP y PNV. Así, también en pleno verano, van conociéndose más desgloses, y otros
“detallitos” muy jugosos, del acuerdo entre ambas formaciones para el apoyo a
los presupuestos de 2017. De hecho fue el pasado 19 de julio cuando la Comisión
Mixta del Concierto Económico firmó tan estratégica Ley Quinquenal 2017-2021 y
la modificación de más de una veintena de artículos de la Ley de Concierto
Económico. Casualidades de la vida… y en verano. ¿Casualidades?
Podríamos
retorcer un poquito, la perspectiva, y afirmar que el Gobierno de Rajoy estaría
vendiendo Navarra, pero apoyándonos en casualidades (¿causalidades?) no es
posible realizar una crítica política decisiva; si bien la intuición política,
que también existe, es una forma de conocimiento muy veraz, aunque no poco despreciada
en el masculino mundo de la alta política, por basarse más en el sentido común,
que en exclusivistas prácticas consuetudinarias.
Lo
cierto es que la absolución recae en pleno verano; es decir, cuando la población, si ya está de
vuelta de la política el resto del año, en estas fechas lo está todavía mucho
más. De vuelta, aburrida y harta.
La
lectura de la sentencia, especialmente de los párrafos que contienen las
valoraciones más libres y discutibles de Su Señoría, deja perplejo a cualquier
“ciudadano corriente”. Su Señoría, ¿mostraría tamaña sensibilidad, semejante
capacidad de discriminación material, tal extensión de escritura… de tratarse
de cualquier otro mortal? Todo el embrollo de las extraterrestres dietas
percibidas y “acreditadas” por Barkos queda en la libre apreciación de la
prueba de Su Señoría, aunque para los legos en la materia, desde el sentido
común, no se pueda exclamar menos que… ¡¿será posible?! Plenos indemostrables
en lugares amparados por el olor del hogar, firmas de segundos o terceros (no
se sabe si autorizadas, o firmadas a posteriori o directamente falsas),
teletransportes materialmente imposibles para cualquier mortal, explicaciones
burocráticas propias de leguleyos y aprovechateguis de las lagunas y los
resquicios más oscuros del sistema…
Si
algo tiene el sistema del Derecho Administrativo español -el navarro no es una
excepción- es una extensión farragosa ad nauseam y ad infinitum únicamente
navegable por juristas expertos en tan rápidas y traicioneras aguas. Accesible,
pues, para los ricos, los poderosos… y los políticos que elaboran tamañas
selvas inextricables ¿a propósito? Para cualquier otro, alcanzar fortuna en
tamaña selva es cuestión de suerte; en algunos casos, incluso dependiendo del
humor y del día del Sr. Juez. Para los privilegiados, cuestión de información y
acceso a los recursos del sistema.
Me
dirán que esta reflexión le resulta un tanto “podemita”: los poderosos y los
demás, la casta político-financiero-mediática versus la gente, etc., etc.
Pues,
la verdad, ¿cómo verlo de otra manera? Uxue Barkos, ¿es política? Si. ¿Disfruta
de un status que le permite acceder a recursos, privilegios, informaciones y
decisiones que no son posibles a los demás ciudadanos? También. ¿Cuenta con el
apoyo de los medios de comunicación, y no nos referimos únicamente al
Menticias? Por supuesto. Entonces, ¿es casta o no? ¿Es menos casta que Mariano
Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Rodrigo Rato o Jordi Pujol?
Y,
por si alguien todavía lo dudaba, desde el 13 de julio pasado, Uxue Barkos es
definitivamente “casta” por sentencia judicial. Es una de las lecturas de la
sentencia y del momento. Tan legítima como otras. Guste o no -evidentemente no-
a los chicos/as del PNV, perdón, de Geroa Bai. No en vano, llegaron a decir (el
guipuchi Koldo Martínez) que si fueron un poquitín corruptos lo fue por culpa
de la derecha cunetera, que había redactado
pero que muy mal las normas de tramitación de las dietas… Mucho morro, ¿no?
La
propia Uxue, en una entrevista en su medio favorito, el Menticias -¿o acaso
ustedes pensaban en otro- publicada el 16 de julio (domingo después de
sanfermines), respondió a la pregunta de Ibai Fernández «¿Y por qué decidió
Geroa Bai denunciar a Maya y a Barcina ante el Tribunal de Cuentas?» de una
manera un tanto inquietante: «Porque vimos un riesgo de que lo que se condenara
fuera el sistema de justificación de las dietas, y que solo me obligaran a
devolverlas a mí porque era la única denunciada. Que es en definitiva lo que
buscaba la acusación para acabar de hacer ruido y confundir a los ciudadanos.
Así que Geroa Bai pidió que, si se va a investigar el sistema, que se
investigue a quien lo instauró y lo mantuvo». Es decir: “la culpa la tienen
otros”, más la técnica del ventilador; otro recurso característico de “la
casta”. ¿O es una amenaza? ¿O una venganza…? En cualquier caso, nada bonito. Y,
por supuesto, jamás de los jamases renunciará a tan pingues beneficios, o
privilegios. Porque ella lo vale.
Después
de este memorable episodio, también debieran reflexionar al respecto, y que se
lo hagan mirar de paso, los/as chicos/as de Podemos y los/as neo-bolcheviques
de IU-IE; no en vano, caer en las “trampas” y los “truquillos” de “la casta” se
nos antoja “demasiado fácil” y oportunista.
Y,
por lo que respecta a los/as de EH Bilbu, todo esto les importa un bledo: si
sirve para la “construcción nacional” es apropiado. Y si de rebote recogen
algunos votos desencantados, pues dabuten.
La
situación es compleja, pues. Y mucho. Pero algo se va aclarando. Uxue Barkos,
definitivamente, por si alguien todavía no se lo creía, YA es casta.
Sila Félix
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