Rondaban las 11 de la mañana del pasado
sábado cuando un matrimonio con su hija salía del portal de su casa en el casco
viejo de Bilbao, entonces pudieron presenciar una imagen normal en un lugar
anormal: una recua de ocho abertzales -tres de ellos hembras, mujeres no se
las puede llamar- se dedicaban a plena luz del día y sin tapujo alguno, a
ensuciar el barrio con su basura propagandística en forma de carteles batasunos
y pintadas con el cansino "alde
hemendik" que por muchas
veces que repitan, no van a ver cumplido en sus miserables vidas.
Como es
comprensible y creo esto es independiente de ideas políticas, al padre no le
sentaría bien que estos niñatos anduviesen pintarrajeando su calle, por lo que
recriminó su actitud a esta piara de cerdos y la respuesta de los
"valientes" no se hizo esperar: entre los ocho consiguieron juntar
los cojones suficientes para entre empujones a su mujer, propinarle un puñetazo
en la cara al hombre que había cometido la osadía de afear su sesión de
decoración urbana proetarra.
No sabemos si
después esta cuadrilla de energúmenos se fue a Pamplona para participar en la
manifestación de Asirón que tendría lugar esa misma tarde bajo el lema
"por la libertad y contra el fascismo", lo que sí que sé es que de
haber sido detenidos, Bildu se habría puesto del lado de estos "presos
políticos" porque la etarrada defendería a uno de los suyos aunque fuese
un asesino de niños y
esto último no es una licencia retórica que me tomo sino que por desgracia es
algo literal.
No son hechos
aislados, la citada campaña del "alde
hemendik" (fuera de aquí) fue iniciada por la banda terrorista
ETA hace décadas como una campaña de acoso por parte de su entorno hacia las
fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Una campaña que en ocasiones
cristaliza como terrorismo de baja intensidad, como la ya de sobra conocida paliza
a dos guardias civiles en Alsasua que
no podían disfrutar de una noche de fiesta como el común de los mortales.
Los mismos que
dicen que es una provocación que unos guardias civiles vayan por la noche a un
bar de copas en su pueblo de destino serán los mismos que luego se rasgarán las
vestiduras por la agresión a Lagarder durante la manifestación franquista delpasado 20-N en Madrid, agresión que yo condeno pese a que Lagarder sea imbécil,
o que más bien le agrediesen por imbécil.
Casualidades de la
vida, Alsasua y la Barranca ya estuvieron bajo el foco mediático recién entrado
el nuevo milenio cuando fueron detenidos varios aberchandals por confeccionar y
distribuir por sus borrikotabernas un fanzine homónimo (Alde Hemendik
Boletina) en el que se dedicaban a publicar datos personales,
fotografías o matrículas de los coches particulares de los guardias civiles
destacados en el pueblo.
Pero aquí no pasa
nada, para la farsante de Uxue Barkos, Alsasua es un pueblo perfectamente "normal, plural y tolerante". Todo esto del acoso a los policías y aquellos que no comulgan con el
nacionalismo vasco es una maniobra mediática para socavar a su socio de
gobierno, las amenazas y las coacciones que siguen teniendo lugar en el pueblo
deben de ser algún tipo de realidad virtual.
Alsasua, un pueblo "normal"
Es la etarrada la
que ha convertido ciertos pueblos del norte de Navarra en un auténtico
zoológico en el que las personas normales se ven forzadas a convivir con abertzales que se comportan como simios que
acosan a todos aquellos aquellos que defienden a España, hoy son los policías y
los políticos de estos pueblos, mañana todos nosotros. La violencia es un hecho
consustancial a la izquierda abertzale que ante su discurso plagado de
agujeros necesita de amedrentar a los disidentes que se atreven a
llevarles la contraria y por eso mismo; para que no ganen ni por las malas, ni
por las buenas, nunca dejaremos que ninguno de esas ratas cobardes nos diga qué
podemos decir, pensar o sentir.
Hispano
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