viernes, 5 de octubre de 2012

La estrategia abertzale del antidesarrollismo


Un hecho que no se le puede negar a la izquierda abertzale en el País Vasco y en Navarra es la capacidad de movilización de sus bases para llevar a cabo una oposición furibunda y a menudo carente de lógica a todo tipo de proyectos de desarrollo en dichas comunidades bajo banderas de causas socialmente bien vistas como el ecologismo o la antiglobalización entre otras. Dichos proyectos van desde, por ejemplo, la construcción de tendidos eléctricos de ámbito local hasta grandes proyectos de líneas de alta velocidad interprovinciales.
   
El objeto de este artículo es arrojar algo de luz en torno a las motivaciones reales de los batasunos a la hora de plantear su oposición, es un hecho que la gente que uno podría encontrar hoy en día detrás de una pancarta contra el mal llamado TAV es prácticamente la misma que encontrará manifestándose a favor de los presos de la banda terrorista ETA. ¿Responde este movimiento antidesarrollista realmente a un afán ecologista genuino o por el contrario es un medio para otros fines?
   
En primer lugar expondremos los cuatro hechos históricos y actuales de este tipo que podemos considerar de mayor relevancia y repercusión mediática, aun que no han de ser considerados como los únicos.

La central nuclear de Lemóniz

A principios de la década de los 70 el gobierno de Franco emprende un ambicioso proyecto energético en el norte de España que comienza con la construcción de la Central Nuclear de Lemóniz en la cala de Basordas (Vizcaya). El proyecto tiene como fin asegurar el suministro eléctrico de las zonas altamente industrializadas del País Vasco, de hecho en tiempos el Partido Nacionalista Vasco estaba encantado con la construcción de esta central nuclear, ya que serviría para aumentar la independencia del sector energético del País Vasco y por lo tanto en un futurible de su ensoñada “Euskal Herria”.


Entre medio de dos grandes crisis del petróleo que encarecieron el precio del consumo energético a nivel mundial, como es habitual en estos proyectos, surge una oposición a la construcción de la central de cariz ecologista que no tarda en ser monopolizada por formaciones como Herri Batasuna, al mezclar como de costumbre sus reivindicaciones independentistas con la oposición a la explotación de la energía nuclear, una postura esta última totalmente legítima.

En este clima y para granjearse el apoyo del incipiente movimiento antinuclear, la banda terrorista ETA comienza a cometer atentados contra las obras, que en 1978 se saldan con dos obreros muertos: Alberto Negro y Andrés Guerra, además de diversos heridos al hacer estallar una bomba en la zona del reactor en construcción. Debido a este hecho, la oposición antinuclear se divide en torno a una corriente contraria a la violencia que se fue diluyendo y otra afín a los postulados de la izquierda abertzale y por lo tanto partidaria de la violencia terrorista de ETA.

Pese a todo, el año 1979 la banda sigue cometiendo atentados dentro de la central, saldándose con la muerte de otro obrero, Ángel Baños, por la explosión de otra bomba, esta vez en la sala de turbinas. Ese mismo año en una manifestación antinuclear en Tudela, resulta muerta por un disparo de la policía la activista donostiarra Gladys del Estal. El movimiento antinuclear de corte abertzale ya tiene su mártir.

La espiral de violencia encuentra su punto álgido en el año 1981, cundo los etarras secuestran al ingeniero eléctrico de la central José María Ryan, amenazando con asesinarlo en una semana si la central no es demolida. A pesar de las grandes manifestaciones de repulsa, la banda terrorista culmina el secuestro con su asesinato. Este último hecho junto con la cesión de las competencias energéticas al Gobierno Vasco hacen que la empresa Iberduero, gestora de las obras y el funcionamiento de la futura central, se vea obligada a paralizar las obras a la espera de la confirmación del gobierno autónomo. Finalmente el proyecto continúa con el apoyo del PNV, UCD y AP.



En 1982 ETA vuelve a matar, esta vez al gestor de la sociedad encargada de gestionar las obras y el funcionamiento de la central, Ángel Pascual Múgica, este último asesinato se produce en medio de un parón de facto en la construcción de la central, ante esta situación el gobierno central asume la realización de las mismas. Finalmente, el PSOE que había ganado las elecciones un mes después decide no volver a reanudar las obras, para dos años después decretar la moratoria nuclear, lo que supone la paralización definitiva de la construcción de Lemóniz.


A la izquierda abertzale le gusta vanagloriarse de haber sido la responsable de la paralización final de las obras, los sabotajes y los atentados tanto en la central como en otras propiedades de Iberduero (uno de los últimos se salda con un niño grabe herido en Rentería) se llegaron a contar por cientos, de hecho se habían hecho planes para realizar las labores de abastecimiento íntegramente por el mar para evitar sabotajes. Sin embargo, pese a la amenaza terrorista, la otra razón principal para que Iberduero se echase atrás en este proyecto fue económica, ya que la experiencia en Estados Unidos con otras centrales de refrigeración por agua marina había demostrado que la corrosión en los materiales de construcción de los sistemas de refrigeración había resultado mayor en la práctica que en la teoría, con lo cual la vida útil de la central se había reducido considerablemente, al igual que su rentabilidad.

El embalse de Itóiz

El pantano de Itóiz, situado entre los valles de Arce y Lónguida y llamado así por uno de los pueblos que anega, se empezó a construir en el año 1993 y sus trabajos de llenado empezaron en el 2004. Itóiz es el embalse más grande de Navarra, contando con una capacidad útil de 410 hm3.

Las finalidades del embalse son varias:

- Regar más de 57.000 ha de cultivo mediante el canal de Navarra (aún en construcción) además de 14.000 ha de regadío tradicional en torno al río Aragón.

- Abastecer de agua a 350.000 personas en Navarra (70% de la población) además de 650 ha de suelo industrial.

- Generar energía de origen hidroeléctrico para abastecer al 6% de la comunidad Navarra.

- Regular el régimen hídrico del río Irati, así como contribuir a la gestión de los ríos Aragón y Ebro.

Tras varias décadas de propuestas y proyectos, en 1985 empiezan los estudios sobre el impacto de la creación de un pantano en la zona. Ese mismo año se crea la Coordinadora de Itóiz, de carácter marcadamente abertzale, para encargarse de la oposición a la construcción del pantano en los frentes social y legal. Esta coordinadora cuenta con el apoyo de Greenpeace y no sería legalizada hasta 1988. De aquí en adelante, tanto los sondeos como las obras de construcción sufren una miriada de ataques que van desde las marchas con el objeto de interrumpir los trabajos de construcción a los sabotajes de la maquinaria de obra, pasando por la ocupación de casas del pueblo de Itóiz para evitar su demolición. Bajo estas circunstancias la Guardia Civil se tiene que encargar de proteger las obras.
   
En 1995 es creado el grupo Solidari@s con Itóiz” como grupo de acción directa (acciones violentas o rozando la violencia) contra las obras del embalse así como contra las empresas y las instituciones implicadas en su construcción. Este grupo intenta adquirir relevancia internacional mediante diferentes actos en ciudades europeas. La acción más espectacular del grupo fue el sabotaje mediante el cual 8 activistas, tras reducir y atar a un guarda de seguridad, cortaron seis cables de acero de los que se utilizaban para transportar el hormigón de la presa. Esto produjo un parón en la obra de 10 meses mientras los cables se volvían a fabricar en Alemania y se colocaban de nuevo. Durante este tiempo los más de 300 obreros de la construcción fueron al paro.



Por causa de dicho sabotaje (Que costó la nada desdeñable cantidad de 9 millones de euros) y el secuestro del guarda de seguridad, fueron juzgados tres de los "solidari@s" y fueron condenados a importantes penas de cárcel. Los otros cinco saboteadores huyeron de la justicia hasta la prescripción de los delitos cometidos. Pese a estas y otras muchas acciones de sabotaje terrorista, las obras de construcción de la presa fueron finalizadas en el año 2003.
   
Las razones que alegaron los batasunos para oponerse a este proyecto fueron básicamente: Que el pantano iba a ser construido en las inmediaciones de diversas áreas protegidas, que la supuesta inestabilidad del terreno entrañaba un riesgo de ruptura catastrófica de la presa y que realmente no hacía falta. Otro tipo de justificaciones extendidas entre las bases, estas ya rozando la estupidez, eran que el agua se iba a utilizar para regar campos de golf o complejos turísticos ya sea en la Ribera Navarra o incluso en el Levante español.


Ciñéndose a la verdad, es innegable que con cada uno de estos proyectos en cierta manera se da al traste con una parte del medio natural, no deja de ser el precio a pagar por nuestra forma de vida en una sociedad industrializada (en la cual también ellos viven cómodamente). Se llegó a hablar de desplazamientos en la ladera o terremotos inducidos por el llenado del pantano que supuestamente amenazaban a las poblaciones aguas abajo. En el año 2004 se produjo un terremoto en la zona de magnitud 4,5 grados, estudios serios demostraron que entraba dentro de la actividad sísmica histórica y por lo tanto normal en la zona, que se trataba de un temblor natural, no podía ser inducido por que el epicentro difería del pantano y que el dique no había sufrido daño alguno. Pese a todo esto la coordinadora recurrió a geólogos e ingenieros que emitieron informes proclives a la tesis de la inestabilidad de la zona. Alguno de ellos incluso se retractó del informe que había emitido al demostrarse que ni siquiera había estado en la zona de Itóiz, y al acudir a la misma, constató la seguridad de la construcción.
   
La aseveración de que el pantano no hacía falta realmente cae por su propio peso al demostrarse en primer lugar que extiende considerablemente la superficie de regadío en Navarra hasta casi doblarla, la industria agroalimentaria Navarra se veía obligada a importar productos agrícolas debido al déficit de zonas de regadío en la comunidad. En segundo lugar, la central eléctrica en la presa satisface el 6,5% de la demanda energética de la comunidad foral, no hay que olvidar que la energía de origen hidroeléctrico es renovable y por lo tanto aumenta nuestra independencia energética y ahorra la combustión de miles de toneladas de petróleo o carbón cada año. En tercer y último lugar, la reserva hídrica del pantano garantiza el suministro a la creciente demanda de agua en la comarca de Pamplona tanto para consumo humano como para uso industrial.

La autovía del Leizarán
   
La llamada autovía del Leizarán comprende el tramo de la actual autopista A-15 que va desde Irurzun (Navarra) hasta Andoáin (Guipúzcoa) donde enlaza con la autopista A-1. Dicho tramo tiene una longitud de 41 kilómetros y se encarga de comunicar Pamplona con San Sebastián acortando el viaje total a 50 minutos.


Los primeros diseños de la actual autovía comenzaron a dibujarse en el año 1985 cuando el trayecto entre Pamplona y San Sebastián requería de dos horas de conducción por carreteras abruptas y peligrosas. Es unos meses después cuando Jonan Fernández, concejal de Herri Batasuna en la localidad vasca de Tolosa, y Víctor Ayerdi crean la “Coordinadora anti-autovía alternativa Lurraldea” con el propósito de paralizar las obras de la autovía debido a su supuesta problemática ambiental. Sobra decir que era la propia ETA la que tutelaba dicha coordinadora.
   
La construcción de la autovía empieza en el año 1989 y para entonces los abertzales ya han trazado los frentes desde los cuales van a ejercer su estrategia de acoso a las obras de la infraestructura, siendo estos el político-social, llevado a cabo por la coordinadora Lurraldea y Herri Batasuna, y el frente violento, constituido por ETA y los que ya por aquel entonces eran conocidos como los grupos Y. Las obras fueron adjudicadas a la sociedad Utelan, que estaba formada a su vez por múltiples empresas vascas de la construcción. En noviembre de 1990 ETA les manda una carta donde son declaradas como objetivos prioritarios de la banda terrorista por no parar los trabajos de construcción. Mas tarde recibirían la vista de dirigentes de Herri Batasuna que les “recomendarían” paralizar las obras de la autovía.
   
Durante los 30 meses que duró la ofensiva violenta por parte de la izquierda abertzale se cometieron cerca de 200 atentados contra las empresas y las entidades bancarias implicadas en la construcción de la autovía. Durante este periodo la banda terrorista emprendió una campaña de envío de cartas bomba que se saldaron con diversos heridos y la muerte en Madrid de dos artificieros de la policía nacional, Andrés Muñoz Pérez y Valentín Martín Sánchez, al intentar trasladar para su desactivación un paquete que había sido enviado al presidente de una de las empresas adjudicatarias de la autovía del Leizarán. Meses antes, miembros del grupo Ekaitz de la banda habían asesinado a tiros a José Edmundo Casañ Pérez-Serrano, directivo de la empresa Ferrovial, a la que la banda terrorista había culpado de participar en las obras de la autovía cuando en realidad no tenía absolutamente nada que ver.


Bajo este clima de violencia no es de extrañar que en 1991 las empresas se echaran atrás obligando a la Diputación guipuzcoana a rescindir el contrato de licitación de las obras. La autovía es calificada desde medios no afines al entorno abertzale como la “utopía del Leizarán”. En el año siguiente las protestas y la violencia no cesan, la izquierda abertzale presenta un trazado alternativo para el proyecto que supuestamente tiene un menor impacto ambiental y la diputación foral es abandonada por EA, que había sido inflexible con respecto a las pretensiones abertzales, para ser ocupada por el PNV, más proclive a llegar a pactos con los violentos.
   
Finalmente en el año 1992 los socialistas vascos y el PNV crean una comisión para modificar el trazado de la autovía, resultando un acuerdo que aun que no tenía nada que ver con el contra-proyecto inicial de Lurraldea, cedía a las amenazas de los terroristas de cambiar el trazado “si o si”. Los batasunos no dudaron en montar un numerito brindando con champán para enseñar a la prensa y a la sociedad vasca quienes habían tutelado el cambio de proyecto. Todo esto llevó al político del PP Gregorio Ordoñez a asegurar que PNV y socialistas habían cedido ante “los ingenieros de la muerte”, por lo que “quizá a partir de ahora las siglas de ETA haya que interpretarlas como Estudios Técnicos de Autovías”.


Ese mismo año, las constructoras volvieron a poner en marcha la construcción de la autovía, esta vez la presión social desapareció y los sabotajes y los atentados terroristas se habían terminado. Finalmente la autovía terminó de construirse en 1995. Fueron los 41 kilómetros de asfalto más caros en la historia del País Vasco y de Navarra, tres asesinatos, decenas de heridos y 420 millones de euros. La factura fue más abultada de lo previsto debido a los continuos sabotajes a las obras y a al obligado aumento de la vigilancia subsecuente.
   
Toda esta problemática supuso un importante balón de oxígeno a la izquierda abertzale, que se encontrada sumida en el aislamiento y sometida a una guerra total (en ese mismo año 92 había sido desarticulada la cúpula etarra en Bidart) Para los batasunos esto supone el triunfo de la estrategia según la cual se puede llegar a una “vía negociada” para cesar la coacción, extorsión y acción violenta llevada a cabo por ETA al pueblo vasco y navarro. Este caso supone la negociación para poner fin a un “conflicto”, lo que ellos consideran un “ensayo general para la resolución del conflicto vasco”. No es de extrañar que ante el éxito de todo esto, la coordinadora Lurraldea se convirtió en Elkarri, encargada por la propia ETA en ser la mediadora en futuras negociaciones con el propio gobierno (en el año 2006 pasó a ser Lokarri) y a su vez contrarrestar el efecto de incipientes movimientos sociales pacifistas como Gesto por la Paz que se salían fuera del control proetarra.

El Tren de Alta Velocidad

Comprendemos como el tren de alta velocidad (TAV) los trazados que actualmente se encuentran en construcción de líneas a tal efecto y que componen los proyectos del nodo ferroviario de la Y vasca y el corredor navarro de alta velocidad, los cuales tienen una longitud de 175 y 214 kilómetros respectivamente. La finalidad de dicha infraestructura es la conexión de alta velocidad tanto entre las capitales vascas y la capital navarra, así como la conexión con Madrid y París.


Los orígenes de este proyecto se pueden remontar a finales de la década de los años 80, cuando el colapso de la red de transportes llevó a las instituciones a apostar por la utilización del ferrocarril para el tráfico de pasajeros y mercancías de largo recorrido, relegando las carreteras al transporte regional y local. En la CAV se constató la infrautilización del tren tanto en los recorridos de medias distancias como en los desplazamientos nacionales e internacionales, así como la red ferroviaria navarra sufrió importantes carencias inherentes al tipo de vía durante la segunda mitad del siglo XX. A partir de este momento, se trazaron diferentes estudios con el fin de integrar a ambas comunidades en las redes de alta velocidad tanto nacionales como europeas.
   
Es en el año 2006 cuando los diferentes proyectos para los trazados de la nueva red ferroviaria vasca reciben la financiación del Ministerio de Fomento, el Departamento de Obras Públicas del Gobierno Vasco y el Comisario de Transportes de la Unión Europea, empezando la construcción de los diferentes tramos ese mismo año. Así mismo, el corredor navarro recibe la financiación en el año 2010 y las obras comienzan al año siguiente.


Como es normal en este tipo de proyectos, desde un principio encuentran la oposición de ecologistas o de los propietarios de las tierras que serán expropiadas para la construcción de dicha infraestructura. Como también viene siendo habitual, el proyecto también tiene la oposición por parte de un grupo de partidos políticos y sindicatos tan “plurales” como los siguientes: Bildu, Aralar, Batzarre o LAB, entre otros. Los proetarras y sus adláteres se suben al carro del ecologismo de nuevo, en el año 2001 se presenta la asociación “AHT Gelditu! Elkarlana” la cual se encargará de movilizar a las bases batasunas para “parar” el tren de alta velocidad.
   
Los abertzales señalan y ETA dispara. En el año 2008 son constantes las movilizaciones de la izquierda proetarra en contra del proyecto, también ETA se suma a la causa pretendiendo parar el proyecto poniendo muertos encima de la mesa. En un comunicado de ese año, amenaza a las empresas que participan en la construcción de la línea ferroviaria, calificándola de “Poyecto ajeno a los intereses de Euskal Herria”. Las obras habían sido objeto de más de 30 ataques además de tres atentados con bomba a las empresas adjudicatarias. Finalmente es en diciembre cuando asesina a tiros al empresario de la construcción Ignacio Uría Mendizabal, accionista de Altuna y Uría, una de las empresas que participaban en la construcción de la Y vasca. Este asesinato también sirvió como toque de atención al PNV, ya que dicho empresario era afín al nacionalismo vasco.


Entre las bondades obvias de este proyecto está el acortar los tiempos de viaje en tren entre las capitales vascas y Pamplona hasta poco más de los 30 minutos cuando hoy en día ronda las 2-3 horas el trayecto entre dichas ciudades. También acortaría el viaje entre Bilbao y Madrid de las casi cinco horas actuales hasta las dos horas.
   
La causa que mas se esgrime en su contra es la ecológica, no se puede negar que este proyecto tiene un inevitable impacto medioambiental, entre otros paisajístico o sonoro, así como al medio agrario y la vida salvaje. Tan poco hay que olvidar que una línea de este tipo reporta beneficios ecológicos, constituye un medio alternativo al transporte aéreo o rodado. Un tren de altas prestaciones tiene un consumo energético por pasajero menor que un tren de cercanías convencional, por no hablar con respecto de autobuses o automóviles particulares, los cuales multiplican por tres y por diez el consumo energético por pasajero y kilómetro. Este tipo de transporte constituye una alternativa “competitiva” con respecto al transporte rodado convencional, nadie va a coger un tren que tarda tres horas en ir de Pamplona a Bilbao si puede ir en coche o autobús en dos horas. También hay que decir que este medio no produce emisiones contaminantes en el lugar y que la energía que lo mueve puede ser de origen renovable.
   
Otra tesis apoyada por facciones abertzales menos beligerantes es la del llamado “tren social”, que viene a consistir en modernizar la red actual de trenes interregionales (no se han roto mucho la cabeza) ya que por definición el TAV solo puede hacer escala en las capitales vascas. Es obvio que la efectividad del mismo reside en su capacidad para conectar rápidamente las capitales, aun que también es un hecho que en el caso de la comunidad autónoma vasca la proporción de los desplazamientos entre las capitales es ínfima. Una suerte de eslogan utilizado por la izquierda abertzale contra el TAV era que “Acercaba lo lejano y alejaba lo cercano” Lo pueden decir más alto pero no más claro, a izquierda abertzale no le gusta que estén mejor comunicados los vascos y los navarros con el resto de España, no vaya a ser que salgan de su comunidad y empiecen a ver al resto de ciudadanos como a personas y no como a “represores españolistas”.


Lo último que cabe recordar es que pese al aluvión esquizoide de exageraciones propias de analistas proclives a la demagogia presentadas por la coordinadora proetarra “AHT Gelditu! Elkarlana” como impacto del proyecto, la Herri Batasuna de los tiempos de Jon Idígoras apoyaba la llegada del tren de alta velocidad al País Vasco, ya que aportaría progreso a la “nación”, dándole un carácter preferente al AVE Madrid-Sevilla, que finalmente fue el primero en ser llevado a cabo por el estado.

Conclusiones
   
A nadie se le escapa que la izquierda abertzale tiene una obsesión enfermiza por monopolizar todas las causas “socialmente bien vistas”, no pueden dejar que cualquier colectivo, ya sea por ejemplo: Ecologista, feminista, cultural, prohomosexuales o incluso pacifista, aun que parezca algo contradictorio, escape fuera de su control. No deja de ser una forma de añadir a sus filas a adeptos con otras inquietudes que hoy se manifestarán para “salvar las ballenas” y a los que mañana podrán movilizar a favor de los “presos políticos” oprimidos por el malvado estado español. Es una actitud legítima el preocuparse por el medioambiente entre muchas otras cosas y lo único que logran ETA y sus acólitos al matar gente o quemar escavadoras es polarizar a la sociedad vasca y navarra a favor o en contra de los proyectos de desarrollo única y exclusivamente por motivos políticos.
   
Para la izquierda abertzale cuanto menos desarrolladas estén Navarra y el País Vasco, mejor. ¿Como si no explicar su obsesión por oponerse a prácticamente todo? Por eso no deja de intentar truncar o dificultar lo más posible estos proyectos, es en las desigualdades sociales en las que crecen mejor las esporas de los separatistas, cosa claramente no aplicable a el caso de Navarra y el País Vasco al ser unas de las comunidades más desarrolladas dentro del conjunto español, a ellos no les conviene la prosperidad de estos pueblos si no que las cosas vayan mal para que el pueblo canalice su frustración contra España. Si no existe una situación de tal tipo, ellos la crearán, son bomberos incendiarios. Es la propia ETA en sus primeras asambleas la que fija la línea en torno a la espiral acción-represión-acción, es decir, provocar a las instituciones del estado mediante actos violentos y ante la subsecuente represión contra los terroristas y quienes les apoyan, recurriendo entonces al victimismo con el que supuestamente ganarse al pueblo y justificar así mas acciones violentas. Solo engañan a quien se quiere engañar.
   
También suponen para ETA y su entorno importantes balones de oxígeno las victorias en estas causas, ya que justifican la vía violenta de oposición al estado por la que ellos han optado. Cada vez que ante la presión abertzale un proyecto es parado o modificado, como en los casos de Lemóniz o Leizarán, es la propia banda la que está legitimando de cara a sus simpatizantes la lucha armada como una vía real a la hora de imponer su visión totalitaria y forzar al estado a doblar la rodilla. El frente del antidesarrollismo solo es un experimento con el que mantener movilizadas a las bases cuando a ellos les convenga, un ejemplo es el de la autopista de Burgos-Vitoria (A-1) la cual supuestamente también hacía “daño” a los batasunos ¿La habéis visto mencionada en alguna de sus pancartas? Eso es por que ETA tenía otras cosas más importantes que atender. Su fin último es la secesión y por tanto la destrucción de España.

Hispano

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