jueves, 17 de julio de 2014

La gesta legendaria de Sancho VII


Corría la primavera del año 1212, los años del aplastante dominio musulmán en la península habían acabado y los cristianos del norte llevaban casi cinco siglos de reconquista contra el invasor islámico, una lucha que había resultado lenta pero fructuosa ya que los reinos cristianos de la península ibérica ocupaban en aquellos momentos más de la mitad del territorio de la misma. Pero como es de esperar el Imperio Almohade no se iba a resignar a ser expulsado de la península sin oponer resistencia y había formado un ejército de mahometanos andalusíes y berereres con el fin claro de emprender una yihad que expulse de forma definitiva a los cristianos de la península ibérica.

Por su parte los reinos cristianos hispánicos, no siendo ajenos a esto, reunen un ejército en Toledo compuesto en su mayoría por tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla y al que se fueron añadiendo aragoneses al mando de de Pedro II de Aragón y unos 200 caballeros navarros con 2000 peones al mando del rey Sancho VII el Fuerte. También acuden a la llamada voluntarios portugueses, franceses y cruzados de otros reinos europeos. Existen estimaciones dispares de las tropas presentes en la batalla, algunas fuentes aportan la cifra de 70.000 cristianos frente a 120.000 almohades, aun que probablemente las cifras en ambos bandos fuesen más bajas, conservando siempre los sarracenos una holgada superioridad numérica.

El 12 de julio el ejército cristiano llega a los pies de Sierra Morena, y sus exploradores advierten que los pasos disponibles estaban emboscados por almohades. Esto ponía a los cristianos en una situación difícil, dado que atravesar Sierra Morena sin sufrir notables pérdidas iba a ser una misión imposible. El milagro llega en forma de pastor que se presenta ante Alfonso VIII y le advierte de la existencia de un paso sin vigilancia, este es el actual paso de Despeñaperros. Para verificar este extremo, el señor de Vizcaya Diego López de Haro junto con un destacamento de exploradores, cruza la sierra por este punto y confirma al resto del ejército que este es un paso seguro.

Una vez las tropas cristianas se encuentran situadas en las Navas de Tolosa, el 16 de Julio de 1212 las huestes almohades toman la iniciativa con un ataque que empleaba una táctica de desgaste que ya habían aplicado de forma exitosa. Como resultado, las tropas de Diego López de Haro son severamente diezmadas y comienzan a batirse en retirada ante una maniobra envolvente de los mahometanos, sin embargo su capitán junto a otros militares resisten estoicamente en combate.

Al notar este retroceso, el resto de reyes cristianos emprenden con sus caballeros una carga a la desesperada que infunde valor en el resto de los combatientes y esto resulta decisivo. Es aquí donde comienza la leyenda sustentada por fuentes tardías de que el rey navarro Sancho VII se dirige junto con su caballería directamente hacia la tienda del califa Al-Nasir (Miramamolín) y atraviesa las últimas defensas de la misma: Una unidad llamada los im-esebelen de notable bravura en combate y que se anclaba en cadenas para demostrar que no iba a huir. Lo seguro es que Al-Nasir huye de forma precipitada hacia Jaén durante la carnicería que las huestes cristianas se encuentran desatando entre los musulmanes.

Sea como fuere, lo cierto es que al ser la unidad navarra la primera en romper el cerco de la última línea de defensa, este hecho es el que justifica la incorporación bastante posterior de las cadenas al escudo de Navarra. Otro de los símbolos navarros provenientes de esta decisiva batalla es la esmeralda de Miramamolín que según la leyenda, el rey navarro obtuvo del turbante del propio califa como botín de guerra y que hoy se representa en el centro del escudo. La mayor parte de las cadenas de Navarra se conservan en la Colegiata de Roncesvalles junto con la esmeralda y la tumba del rey navarro que se las ganó. Otros fragmentos de las cadenas se encuentran en la catedral de Tudela y el Palacio de la Diputación de Navarra.


Teniendo todo esto en cuenta, no es sorprendente que para los abertzales sea algo difícil de explicar que la Nabarra tan euskalduna, "el estado de Euskal Herria", tenga como símbolos principales unas cadenas ganadas en una batalla en Jaén, con los "malvados y españolistas" reinos de Castilla y Aragón, contra los invasores musulmanes. Por esto mismo, últimamente se han inventado una bandera de Navarra que retorna a una versión anterior del escudo de Navarra, que representaba precisamente eso: Un escudo rojo al que se le añade la bloca como símbolo (Un refuerzo metálico que mantiene unido un escudo funcional). Siempre es gracioso que gente de extrema izquierda, tradicionalmente tan iconoclasta, trate de instrumentalizar símbolos e incluso idealice o haga apología de un reino en el que sin duda alguna habrían sido quemados vivos por ateos, entre otras muchas cosas.

La Batalla de las Navas de Tolosa supuso un punto de inflexión en La Reconquista, a partir de la misma el poder musulmán inicia el declive definitivo que culmina con la toma de Granada en 1492. La Batalla de las Navas de Tolosa es también un símbolo de que castellanos, navarros, vascos, aragoneses, catalanes, leoneses y demás pueblos hispánicos; cuando actuabamos juntos y unidos como pueblo, no había nada que pudiese pararnos. Ni siquiera un Imperio Islámico que se había propuesto arrasar la civilización cristiana en toda Europa.

Hispano

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