Mostrando entradas con la etiqueta Bandera de Navarra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bandera de Navarra. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de noviembre de 2017

¿Por qué apenas hay banderas españolas en los balcones de las viviendas navarras?


Uno de los efectos no programados de la rebeldía perpetrada por la oligarquía separatista catalana –y el movimiento radical-izquierdista que paradójicamente le secunda- ha sido la colocación de cientos de miles de banderas españolas en ventanas y balcones de viviendas particulares distribuidas por toda la geografía patria. Es un movimiento espontáneo: propuesto desde las redes sociales, ningún gran partido español, pero tampoco ninguna otra fuerza social articulada relevante, promovió esta movilización que, en algunas ciudades próximas a Navarra –caso de Logroño, Soria o Zaragoza- ha alcanzado unos niveles muy llamativos; un verdadero éxito y un hito en las escasas movilizaciones identitarias españolas.

En contraste a este fenómeno viral, en Navarra han sido muy pocas las banderas nacionales visibles. Es pertinente, pues, interrogarse acerca de las raíces de este comportamiento que, cualquier observador atento, bien puede percibir como anómalo.

Proponemos las siguientes tesis.

1.- La primera causa de esta inhibición colectiva debe remitirse, inevitablemente, a los perversos efectos -prolongados en el tiempo- del terrorismo. Ya hicimos referencia a ello al rememorar el cobarde atentado que acabó con la vida del comandante D. Joaquín Imaz Martínez hace ya 40 años: en esencia, y de manera prioritaria, todo grupo terrorista pretende la extensión del miedo, del silencio, de la inhibición y de las complicidades de las que pudiera servirse.


El terrorismo, además de las muertes ocasionadas y demás daños humanos y materiales, muchos de ellos irreparables, se despliega en varios niveles: social, envenenando las relaciones interpersonales; político, condicionando la agenda de todos los actores públicos; personalmente, interiorizando códigos psicológicos de evasión y huida; materialmente, detrayendo cuantiosos recursos en su combate. Todo terrorismo tiene, pues, la voluntad de pervertir los mecanismos de socialización colectiva.

Sin duda, Navarra ha sido una de las comunidades españolas más castigadas por el terrorismo de las diversas ramas de ETA, del FRAP en su día, de los dinamiteros de Iraultza y por los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Los GRAPO, afortunadamente, nunca operaron en esta tierra.


Múltiples familias y colectivos se vieron expresamente atacados y amenazados durante décadas: de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, militares, funcionarios de prisiones, jueces, sencillos patriotas, concejales de UPN, periodistas, empresarios, activistas sociales. La violencia terrorista también alcanzó a otros inocentes que únicamente cometieron el error de encontrarse en el lugar y momento equivocados.

A resultas de tales atentados, de la acción de sus redes de chivatos y de la presión coadyuvante procedente de todo su soporte social y político afín, el miedo y el terror se extendieron capilarmente por buena parte de la sociedad navarra; mientras que los primeros se recreaban en ella indisimuladamente y jaleaban a los verdugos. Por último, un tercer espacio social se inhibía; pues todo aquello “no iba con ellos”.

Hoy día ETA ya no mata, pero buena parte de sus perversas dinámicas siguen perpetuadas en muchos comportamientos individuales y colectivos de la sociedad navarra. Así, además del desprestigio que se ha ganado el ejercicio de la política por sí misma, se ha extendido, por puro instinto de conservación, el imperativo de “no meterse en política”, “no significarse”, “no complicarse la vida”. Estos comportamientos, sin duda, son legítimos, pero, ¿son sanos? ¿Son democráticos? Ni lo uno, ni lo otro. Una sociedad democrática adulta, responsable, abierta y tolerante puede –y debe- participar en política; expresarse libremente; concertar ideales, intereses y necesidades; celebrar sus festividades y disfrutar de sus símbolos comunes; exteriorizar los sentimientos patrióticos. Y todo ello independientemente de la conciencia crítica que pueda existir ante todo ello, que siempre la habrá. En suma: si antaño lucir una bandera española –en un coche, en un reloj de muñeca, no digamos ya en una casa- era señalarse como potencial objetivo terrorista, la necesidad ha devenido costumbre por completo interiorizada y “normalizada”. Un comportamiento social patológico, por tanto.

2.- En segundo lugar, no puede obviarse que las posiciones políticas mantenidas por las izquierdas, generalmente, en el conjunto de España, han estado orientadas al arrinconamiento de la bandera nacional en fachadas y despachos de edificios públicos, y no en todos. Ya fuere por complejos doctrinarios o prejuicios políticos, ya por explícita hispanofobia, el conjunto de las izquierdas y sus dos grandes partidos –PSOE e IU hasta la irrupción de Podemos- renunciaron a un uso normalizado de la enseña nacional al modo de los países europeos del entorno; siendo constantes sus desprecios hacia la misma y reiteradas sus muestras de desconfianza. Percibida por estas fuerzas sociales como una expresión sospechosa de posiciones criptofranquistas, nunca han asumido la posibilidad de una educación cívico-patriota para todos los españoles.

3.- En la génesis de esos comportamientos tan propios de las izquierdas, siempre se alegó el intento de instrumentalización de los colores nacionales, durante un tiempo ya lejano, por parte de la extrema derecha más obtusa; también en Navarra. Con unos esquemas mentales y organizativos propios de la tercera década del pasado siglo, algunos grupos ejercitaron buenas dosis de violencia irresponsable, carente de cualquier talento político y trasfondo ético: apaleando manifestantes; “marcando” comercios, de propietarios supuestamente hostiles, pintando en sus exteriores esvásticas; ataques a librerías; intentando monopolizar algunos funerales de víctimas del terrorismo; amenazas diversas… Por mucho que pretenda, algún nostálgico de aquellas bandas de las cadenas, justificar o contextualizar tales episodios, lo verídico es que semejantes comportamientos generaron, en ciertos sectores sociales, una inevitable alergia ante cualquier exhibición de los colores rojo y gualda; alimentada por no pocos medios de comunicación, ciertamente. Aquellas violencias, y otras muestras de pura fanfarronería y exhibicionismo, generaron, como no podía ser de otra manera, anticuerpos de larga duración; así como el descrédito de sus ideales. Hacer alarde, todavía hoy, de tan desafortunadas actuaciones, sólo puede explicarse desde una enfermiza distorsión de la realidad, como fruto de torpes mistificaciones, o por inconfesables intereses.

En todo caso, este tercer factor debe entenderse como poco operativo en la actualidad, no en vano todo aquello fue sufrido por unas generaciones en proceso de relevo vital; otro asunto es que tal percepción haya encontrado continuidad en la vulgata aburguesada, antiespañola y cosmopolita de hoy.

4.- Las campañas realizadas en Navarra por algunos colectivos patrióticos, colocando banderas españolas, pegatinas, carteles y pintadas con análogas funciones simbólicas, han sido respondidas, por una parte, mediante batidas sistemáticas encaminadas a su absoluta erradicación. La aberchalada etarra, y demás radicales de izquierda, han desplegado no pocas energías en su intento de eclipsar hasta la mínima presencia española que pueda romper su pretensión de totalitaria unanimidad. Cualquier conocedor de la realidad de nuestros pueblos y ciudades ha percibido tales movimientos; pero también el silencio y la inhibición de los partidos políticos y medios sociales que debieran manifestarse proclives al sostenimiento de tales activismos. Semejante inhibición, seguramente, desanima a muchas personas y medios orientados a la movilización patriótica por entenderse desasistidos.

5. Abordemos un ulterior factor; acaso el más conflictivo y correoso en su delimitación, que pudiera incidir en esta desmovilización. Nos referimos al empleo de la bandera de Navarra como principal recurso antiseparatista, excluyendo la propia bandera española. No pretendemos cuestionar la legitimidad y razones de las movilizaciones que han tenido lugar hasta hoy –y que el próximo 3 de diciembre acaecerán sin duda- en defensa de la bandera “de todos los navarros”: nos sumamos en su día, y trabajamos duro por ello, a costa de nuestra seguridad, tranquilidad y sueño. Pero ello no implica aceptación ciega y acrítica de todo tipo de consignas y decisiones externas. Se nos dijo que “no era el momento” de lucir la bandera española, entonces, ¿cuándo será? De tal modo seguimos interrogándonos: la bandera española, ¿acaso no es de todos los navarros?

Ciertamente, la movilización popular en defensa de la bandera de Navarra culminada el 4 de junio de Pamplona, tomo al cuatripartito con el pie cambiado; pero no confundió a nadie. Salvo la presencia a título individual, el 4 de junio pasado, de algunos podemitas irreductiblemente navarros –frente al cosmopolitismo multicultural de la mayoría de los suyos- no se ha observado que ningún separatista acudiera a esta manifestación o instalara la bandera navarra en su balcón; salvo en sus deformaciones simbólicas panvasquistas o napartarras. Y en número creciente.

El navarrismo es lento en sus movilizaciones y movimientos; además, una vez movilizado, asume rápidamente la plácida y engañosa sensación colectiva del deber cumplido. Por otra parte, en las actuales circunstancias, instalar una bandera española en el balcón “marca” y “etiqueta” muchísimo más que exhibir “la que une a todos”. De tal modo, la consigna de colocación de banderas navarras ha podido derivar en un freno más –seguramente no buscado- a la movilización de estas semanas por toda España.

Entendemos que es un error táctico muy notable limitarse a defender la bandera de Navarra exclusivamente, o muy por encima, de la bandera que une a todos los españoles. Desde las instituciones y el control de los espacios públicos, los grupos panvasquistas empiezan a monopolizar e intentar apropiarse de la mismísima bandera de Navarra; con sus característicos diseños deformados, pero banderas rojas al fin. Y de persistir esta tendencia, si nuestra seña de identidad colectiva es desnaturalizada a fuerza de la machacona perseverancia hiperactivista de los separatistas –tan entrenados a todo tipo de movilizaciones-, a UPN y demás fuerzas navarristas no les quedará símbolo ni espacio en el que refugiarse; salvo etéreas peroratas foralistas de una tradición que casi nadie conoce ya, menos entiende y excepcionalmente ejercita.

Si el navarrismo quiere tener un futuro, debe ser audaz y valiente enarbolando con decisión la bandera que une a todos los navarros con los demás españoles; en caso contrario su espacio se achicará lenta e irremediablemente. O regresa a los orígenes y dinámicas de la Navarra Hispánica o se agotará ante propuestas antagónicas que, aunque falsificadas y perversas, terminen imponiéndose en la realidad social por su consistencia comunitaria.

Sila Félix

viernes, 3 de noviembre de 2017

Medalla de Oro de Navarra 2017 a la “Navarra silenciada”


La manifestación del 3 de junio en defensa de los símbolos propios de Navarra fue un éxito.  Tanto, que el mismo euskorégimen que decidió derogar la Ley de Símbolos ha aprobado ahora conceder la Medalla de Oro a los intelectuales que diseñaron la bandera homenajeada el 3-J,  en la que recogieron los elementos del pasado con los que los navarros se sentían identificados.  

Con la concesión del premio quizás quieran repetirnos que la bandera de Navarra no está en peligro, y que el cutrepartito es el primero que la defiende: Vienen a decir que la bandera siempre estará ahí, aunque sea acompañada de ikurriña, republicana o irisada tipo LGTB.  

O quizás quieran desactivar el ímpetu popular defensor de la identidad navarra y española.  Porque no lo olvidemos, hubo unos días previos al 3-J en los que defender la bandera navarra era ser catalogado de español.  Y  lo cierto es que, entre el 3 de junio y el 31 de octubre,  han sucedido bastantes cosas en España que han venido a confirmar esa “acusación”.  Entre ellas, la “crisis catalana”, por ponerle un nombre.

También puede ser que el separatismo esté intentando apropiarse de los símbolos navarros, al más puro estilo napartarra, siempre latente entre quienes quieren recuperar un estado propio que también incluya a Euskadi, o al revés, que igual les da.  Con esta táctica quizás consigan atraer a algún navarrista despistado, y para ello ya están dedicando fondos y energía en cursos de formación acelerada.

Curso “Historia del Estado Navarro. Siglos VIII-XVI”, de sept. a dic. 2017

Sea como fuere, el pasado día 8 de octubre se manifestaron en Barcelona cerca de un millón de personas, entre ellas algunas navarras, para decir que quieren ser españolas. Y tres días después, al Gobierno de Navarra solo se le ocurre decir que le preocupa el “rebrote de la ultraderecha franquista que creían superada”. (Lean, lean despacio la declaración institucional).    ¿Por  manifestarse con una bandera española? ¿Pero qué es lo que nos quieren hacer creer?  ¿No ven la realidad social que se expresa a gritos?  

Por fortuna, los catalanes nos han enseñado el camino. Hay muchos ciudadanos que son catalanes y españoles.  Ya se han sacudido el complejo de ser llamados con las tres F: fascistas, franquistas, falangistas.  Han comprendido que nada tiene que ver su identidad con el régimen que gobernó España durante un tiempo.  Y lo están demostrando en la calle, en los balcones, en las redes sociales, y donde haga falta.

Manifestación del 8 de octubre en Barcelona

La “Cataluña silenciada” ha dicho ¡basta!.  Esperamos que el ejemplo sirva para “empoderar” a la Navarra silenciada y para seguir viendo más banderas españolas y navarras como las que se van asomando a las ventanas con timidez, y con alegría. Será la única forma que les queda a UPN y PPN (y a los que quieran sumarse) de no perder señas de identidad ni discurso político, como vía para recuperar la iniciativa popular en este último tramo de legislatura que va a resultar crucial para el futuro de Navarra como parte del proyecto común de España.

Leodegundia

miércoles, 28 de junio de 2017

¿Son fascistas la bandera y el himno español?


No hace falta ser un erudito para saber que ni la bandera, ni el himno español son fascistas, franquistas, ni nada por el estilo.

Para que nos hagamos una idea de la época en la que se adoptaron nuestros símbolos patrios, por aquel entonces, en 1776, se independizan, con la inestimable ayuda de Francia y España, las 13 colonias, dando origen a los EEUU.

Firma de la constitución de EE.UU.

Al poco, en 1787, se adopta su célebre constitución. Mientras tanto, en Europa comienza la Revolución Francesa en 1789.

 Revolución Francesa.

Los nombres populares del himno nacional son Marcha Real o Marcha Granadera. El rey Carlos III la declaró Marcha de Honor en 1770, pero el pueblo lo hizo de facto himno nacional antes de ser oficial. El pueblo la bautizó como Marcha Real, ya que se solía interpretar en presencia de los monarcas.

En cuanto a la bandera de España, lo único que es un hecho, es que no es franquista, ni fascista. El franquismo va de 1936 a 1976. El fascismo es poco más viejo, pero del mismo siglo XX.

Los vexilos que usaban los legionarios romanos son probablemente las primeras insignias vexiloides utilizadas en España. Los visigodos utilizaron el mismo material, pero hasta la conquista musulmana de España no llegan banderas propiamente dichas, porque el origen de los tejidos ligeros, como la seda, en los estandartes, está en Oriente, y a España llega por medio de los mahometanos.

La bandera rojigualda se crea a raíz de un concurso organizado al respecto por el rey Carlos III (el mismo que sanciona el himno), que la institucionaliza en 1785. Pero no mencionaré los detalles y fechas desde que se crea la bandera porque ya se ha escrito abundante y elocuentemente al respecto.

Cronología de la bandera española.

La agencia de cooperación española tiene un logotipo idéntico al diseño interior de la bandera del estado de Colorado, EEUU. Los dos diseños parecen basarse en una plaza de toros, elemento quintaesencialmente español.

Plaza de Toros, Agencia Española de Cooperación y Bandera de Colorado, EEUU.

De la rojigualda, aparte de que se escogió por medio del mencionado concurso, no sabemos mucho más. No obstante los colores y su disposición parecen inspirados en los cosos taurinos. De todas formas los precentes rojigualdos son abundantes entre las banderas de los reinos españoles.

Banderas de la Corona Aragonesa

La bandera rojigualda se parece mucho a las banderas de la Corona de Aragón: valenciana, aragonesa, catalana y balear. No obstante en la bandera de Castilla, presente en otras banderas o escudos castellanos (Castilla y León, Madrid, Castilla La Mancha...), también predominan los colores rojigualdos.

Banderas y escudo de las Castillas: Castilla y León, Castilla La Mancha y Madrid.

En muchas ocasiones los pendones castellanos han perdido el rojo por la acción del sol, transformando el rojo en morado. Esto dio pie al equívoco de que el pendón de Castilla era morado y posteriormente se hicieron algunas banderas castellanas con fondo morado.

Los creadores de la bandera de la segunda república se equivocaron al implementar el color morado como tercer color en la bandera. La bandera republicana que conocemos tiene un color que falta de rigor histórico, ya que surgió como resultado del desgaste del color rojo carmesí de las banderas castellanas que pasaron a menudo a ser moradas. O más bien se hicieron muchos pendones castellanos con fondo morado o violáceo.

 Así era la bandera de la Primera República.

En la segunda república se añade morado convirtiéndola en tricolor para aludir al reino de Castilla, porque se pensaba que la rojigualda solo tenía los colores de la bandera de Aragón. Insisto en que este es un error vexiológico de los republicanos que abogan por la bandera tricolor, puesto que el color natural de Castilla no es el morado, sino el rojo Carmesí. Este error se menciona en un decreto de 1931:

"Hoy se pliega la bandera adoptada como nacional a mediados del siglo XIX. De ella se conservan los dos colores y se le añade un tercero, que la tradición admite por insignia de una región ilustre, nervio de la nacionalidad, con lo que el emblema de la República, así formado, resume más acertadamente la armonía de una gran España. [...]"

Si los republicanos hubieran tomado la decisión de añadir el color de Castilla, habría sido el rojo carmesí, el problema es que no parece que fueran muy coherentes, o al menos no contaron de primera mano con los datos vexiológicos para crear una bandera acorde a las ideas que intentaban defender.

Otros reinos españoles destacados con colores rojigualdos en sus banderas o escudos

Los españoles musulmanes no eran étnicamente árabes o bereberes exclusivamente, sino que había entre ellos un buen número de musulmanes étnicamente europeos. Así que, las diferencias entre los dos bandos, en gran medida eran de índole religiosa.

Además había una especie de nacionalismo español de índole musulmán. Esto se puede ver en diferentes eventos históricos. Para empezar, al-Ándalus es uno de los primeros, y de los pocos, territorios que se separan del gran imperio califal árabe, regido desde Oriente Medio. al-Ándalus pasa de Emirato a Califato, con lo que consigue su independencia. Las guerras a menudo no eran de musulmanes contra cristianos, al menos en los primeros siglos de la Reconquista, sino que en cada uno de los bandos había de las dos religiones. Así pasó con el reino de Navarra, que junto con el reino Banu Qasí de Tudela, se aliaban contra sus propios correligionarios.

La situación llegó hasta tal punto, que cuando los radicales almorávides llegaron a España, musulmanes y cristianos españoles se aliaron contra éstos. Se puede decir que los rigurosos almorávides no estaban muy contentos con sus correligionarios andalusíes. Para los integristas almorávides los andalusíes eran un tanto laxos en su práctica del islam.

Cuando prácticamente toda España había sido reconquistada al islam, hubo un reino que permaneció invicto por otros dos siglos y medio más. Éste fue el Reino de Granada. El Reino de Granada era otro reino español con símbolos donde predominaban los colores rojigualdos.

Bandera rojigualda del reino musulmán de Granada (1298-1492). Los caracteres originales se traducirían como: "Sólo Dios es vencedor" o "No hay más vencedor que Dios".

Es innegable que Granada, con la Alhambra, es una de las ciudades más bonitas de España. En este conjunto palaciego se pueden encontrar estas joyas tan representativas del arte nazarí.

Escudo del reino nazarí de Granada (1298-1492), con la misma bandera en el centro, en los muros de la Alhambra. La misma imagen trasladada a los colores con los que hipotéticamente se diseñó originalmente.

Por supuesto, como no podía ser de otra manera, para acabar mencionaré nuestra bandera. A los abertzales navarros, una exigua minoría a las órdenes de sus caudillos de la CAV, les irrita mucho la bandera de Navarra y hacen todo lo que pueden por desvirtuarla. Le quitan la corona, y últimamente, en sus ambientes, está circulando una que tampoco tiene esmeralda ni cadenas.

Que quede claro: el euskogobierno odia la bandera de Navarra con cadenas y recurriría antes a cualquier otro invento.

Hay varias banderas, escudos y símbolos de toda índole, con coronas como las que usan repúblicas como la Federación Rusa, Hungría, Serbia, Tayikistán... y no se hacen ningún problema. Es más, las mantienen con orgullo, como recuerdo de pasadas gestas nacionales, o épocas gloriosas. Estas repúblicas no tienen el menor sentimiento monárquico.

La razón que alegan para no poner corona es que son republicanos, pero la gente no se enorgullece de la bandera de Navarra porque es monárquica, sino porque así es la bandera de Navarra. Por cierto que Navarra nunca ha sido una república. Siempre ha sido un reino.

Pamplonica

viernes, 9 de junio de 2017

Lío de banderas separatistas en Navarra


Cualquiera que tenga un poco de memoria histórica (que no histérica) sabe que los separatistas vascos (o napartarras, que es lo mismo) se han carecterizado siempre por una indefinición absoluta con respecto a qué bandera utilizar para representar a Navarra. Han funcionado siempre por oportunismo a ese respecto, de modo que nunca se han acabado decantando por un símbolo.

Ahora mismo la moda dicta que lo adecuado es la bandera oficial sin la corona y la esmeralda (¿?) que hace unos días colgó el PNV/Geroa Guay en Cizur Mayor. Hace unos años con el quinto centenario de 1512, lo era la bandera con el escudo pomelado que utilizó esa jaula de grillos que fue Nabarralde. La cuestión es inventarse cualquier engendro que suplante a los verdaderos símbolos de Navarra, que son al fin y al cabo los aceptados por el común de la ciudadanía. No pueden utilizar los símbolos oficiales porque entonces dejan de ser diferentes y sin el hecho diferencial irremediablemente su gueto se disuelve.

Pero tampoco es que les haga falta ninguna otra, al fin y al cabo la bandera que realmente les pone es la ikurriña y cualquier otro trapito que se inventen para representar a su Nafarroa no es ni más ni menos que un engañabobos para aquellos que no se han dejado arrastrar por la banderita de Sabino Arana. Toda esta empanada mental al fin y al cabo lo que viene a demostrar es que en Navarra sólo hay una identidad: la navarra y española, todo lo demás son matices y lo que se sale, un invento que a penas pasa de los cien años de vida en las mentes calenturientas de unos pocos.


A estas alturas pocos de los que me leen desconocerán que la ikurriña fue inventada por Sabino Arana, aquel eusko-racista al que los nacionalistas vascos llaman "el padre de la idea". Lo que menos gente sabe es que en realidad la ikurriña era una bandera separatista de Vizcaya, exclusivamente de Vizcaya. Será tras la muerte del fundador del PNV cuando en contra de su criterio se convertirá en la bandera de Euzkadi (lo que hoy llaman Euskal Herria). Lo que aún menos gente sabe es que los Arana bros llegaron incluso a diseñar unas banderas específicas para cada herrialde de Euzkadi, siendo la bandera de aquí arriba la que representaría a Navarra dentro de Euzkadi. El símbolo específico de Navarra sería el cuarto que parece la bandera de Madrid y estaría superimpuesto a la bandera de Euzkadi, que es el resto.

Durante algún tiempo el PNV utilizó en su primer Centro Vasco de Pamplona la bandera oficializada en 1910 por la Diputación Foral de Navarra intentando adueñarse de ella. Sin embargo, esto no interferiría en el proceso de interiorización de la nueva bandera por el común de los navarros aunque no sin polémicas, sirva como ejemplo un breve texto publicado en la revista La Avalancha para ver que esta no era contrapuesta a la enseña nacional:  "Interceda este año San Fermín, el día de su fiesta, con el Señor todopoderoso para que (…) la patria prospere al amparo de la Cruz sacrosanta, y de la bandera roja y gualda de España, y a cuya sombra bienhechora flamee victorioso el pendón bermejo de Navarra" (6 de julio de 1915)

 

En la década de los 70, el ya reconvertido a batasuno Telesforo Monzón populariza una bandera con un águila negra en estilo gótico sobre un fondo amarillo a la que el nacionalismo llamaría "arrano beltza". Esta está basada en el águila real usada como protosello (signo dibujado) por el rey navarro Sancho VII "el Fuerte", para firmar sus documentos. El fondo amarillo se debería quizás al color del pergamino de estos manuscritos o a cualquier otro motivo de índole estética. En realidad, este signo era utilizado por este rey tan solo como sello personal, en ningún momento fue su escudo o formó parte de ningún tipo de estandarte o bandera. De hecho, es un símbolo taaan vasco que Sancho VII lo toma del símbolo familiar de su abuela Margarita de L’Aigle, reina consorte de Pamplona originaria de Normandía.

Mas tardíamente y a sabiendas de que el fondo amarillo no se adecuaría al campo de un hipotético escudo de armas basado en este águila real, ya que de tiempo atrás probablemente el color del reino era el rojo, introducen el "arrano beltza" con un fondo de color rojo, incluso llegando a hacerse banderas aunque son algo raras de encontrar. A pesar de esto y otras variantes con águilas más estilizadas, lauburus, etc; hoy en día predomina la primera versión de Telesforo Monzón con fondo amarillo.


 

A lo largo de la mayor parte de la España democrática, la izquierda abertzale ha utilizado de vez en cuando banderas de Navarra sin la corona, bajo la creencia de que la corona era un símbolo monárquico, cuando si hay que ponerse exquisitos quizás lo es todo el escudo en su conjunto. Por ejemplo, hay fotos con graderíos de indargorrinos con un montón de banderas como la primera e incluso la propia ETA utilizó una bandera parecida en sus últimos comunicados. Otras veces también han sido usados estandartes como el segundo y el tercero, inspirados en el Estandarte Real de Navarra, aunque también los he visto en la concentración del 12 de octubre en la plaza de Cataluña de Barcelona, por ejemplo. Esto quiere decir, su uso no es privativo a los nacionalistas. 

En los últimos años también han sido utilizadas sobre todo en grandes performances (p.ej. una bandera de grandes dimensiones sobre un castillo) versiones simplificadas del estandarte (cuarta imagen) que parecen un tres en raya y que quizás estén basadas en el escudo simplificado actualmente en uso por el Gobierno de Navarra.

 


Las cadenas de Navarra siempre han causado incomodidad en cualquier nacionalista vasco mínimamente instruido. Que una monarquía según ellos absolutamente ajena al proyecto hispano se vaya a luchar en Las Navas de Tolosa (actual Jaén) con el rey de Castilla y el rey de Aragón, contra una gran invasión islámica, es algo muy difícil de encajar por el imaginario nacionalista; y lo de la excomunión no cuela cuando el rey de León se negó a ir. De hecho, Sancho VII no sólo regresa de esta batalla con las cadenas de Navarra (y posiblemente también la esmeralda) como trofeo de batalla, es que está tan orgulloso de este hecho de armas que construye la iglesia de San Juan de Pie de Puerto en acción de gracias por la victoria. Lo que sí que es cierto es que no hace de las cadenas su escudo en primer lugar porque la heráldica está en pañales, esto es algo más tardío.

Ante estos hechos tan incómodos el nacionalismo vasco disfrazado de napartarrismo niega la mayor: pasa a afirmar que las cadenas de Navarra son una imposición de Castilla sobre el escudo de Navarra a partir de 1512 con el objeto de "españolizarlo". El hecho es que el escudo primitivo de Navarra, en un proceso de confusión quizás, pasará de sus radios originales a las cadenas ganadas por Sancho VII, pero este proceso tiene lugar al menos poco menos de un siglo antes de 1512, si en un documento sancionado por Carlos III tan importante como el Privilegio de la Unión (1423), las armas de Navarra ya son descritas explícitamente como cadenas de oro sobre un fondo de gules. Hecho que demuestra que lo de la "imposición castellana" es lisa y llanamente un bulo.

Sea como fuere, con motivo del 500 aniversario de la anexión de Navarra a la Corona de Castilla, asociaciones como Nabarralde promueven una nueva bandera de Navarra con un escudo basado en un diseño presente en el precioso Libro de armería del reino de Navarra, escudo que por medio de esta instrumentalización es popularmente conocido como el ábaco por la cantidad de bolitas que tiene. Esta es la primera bandera y actualmente está muy extendida entre los napartarras más progre-guays. Los abertzales de tomo y lomo en su lugar van a la versión original, es decir, la ikurriña. Otras versiones diferentes basadas en el mismo concepto pero a modo de estandarte, son las de la segunda y tercera bandera, esta última sin la esmeralda.

Por último, también han llegado a hacer banderas físicas de una versión hipersimplificada de este tipo de escudo (cuarta bandera), salvando aquella anécdota inicial de Sabino Arana que es para dar de comer a parte, esta última para mi gusto personal es la más fea de todas, qué queréis que os diga... ¿Me he dejado alguna bandera separatista navarroide? No dudes en dejar un comentario o mandarnos un correo: contacto@navarraresiste.com

Por nuestra parte, seamos inteligentes, usemos la nuestra:


Hispano

lunes, 5 de junio de 2017

¡Navarros, la lucha continúa!


Fue un éxito. La mera convocatoria de la manifestación, que recorrió Pamplona el sábado 3 de junio en defensa de la bandera de Navarra, fue el muy trabajado corolario del necesario paso al frente de todos aquellos que nos negamos a postrarnos ante unos gobernantes tiránicos que pretenden, desde el poder y la calle, implantar, más o menos aceleradamente, su agenda de la “construcción nacional” que pasa, imperativamente, por Navarra y, especialmente, por sus propios símbolos.

Nuestra enhorabuena a los tres convocantes, Maribel, Ricardo y Patxi, por su iniciativa, su buen hacer, su planificación, su capacidad de acogida y organización, su paciencia ante impertinentes, escapistas y snobs... siempre desde la amabilidad y un espíritu de conciliación. Gracias, muchas gracias. Sois el ejemplo a seguir. Y a quienes se han puesto de medio lado, pues han quedado retratados. Que no vengan después a darnos lecciones de nada.

Tantas jornadas de conversaciones, reuniones, acopio de ideas, consultas a expertos, planificación silenciosa y discreta, captación de voluntades, allanamiento de obstáculos de todo tipo, colocación de carteles y pegatinas a miles… todo ello, finalmente, dio su fruto. Lo que demuestra que un sector del pueblo navarro, al menos el que no ha sido abducido por la secta panvasquista y sus múltiples tentáculos, tiene ganas de mostrar, con orgullo, su rostro, su identidad y defender activamente sus libertades en un proyecto democrático de futuro.

Desde el cuatripartito y sus extensiones mediáticas financiadas desde Guipúzcoa, se han portado indignamente: amenazas y convocatorias de contramanifestaciones, señalamientos inmisericordes de personas muy concretas al más puro estilo chekista, eliminación sistemática de las calles navarras de la propaganda de la manifestación. Hostigamiento a familiares que cometieron el terrible “crimen” de colocar una bandera de Navarra en su balcón…

Había ganas, hubo disciplina, no hubo altercados. Como en toda convocatoria, dejamos la guerra de cifras para los expertos y aprendices de brujo: no nos interesa. Se vio un pueblo unido en torno a su bandera, en su voluntad de supervivencia, en sus ansias de articulación y movilización a tal fin. Con esperanza.

Y no: la manifestación no terminó a las 20 horas del 3 de junio. Pues, como dicen los clásicos de la tercera parte del XX, “la lucha continúa”.

Los organizadores, quienes han sufrido en sus carnes el hostigamiento con las peores artes de los separatistas (las dos páginas dedicadas a Ricardo en Gara, años atrás, hubieran supuesto el “exilio” de su tierra, cuando no algo peor), han cargado con una pesada cruz. El mejor homenaje que podemos hacerles es asumir una parte de sus responsabilidades libre y alegremente afrontadas en el futuro, avanzando en las líneas por ellos marcadas: la lucha cultural que caracteriza a Doble 12 y al propio Patxi Mendiburu, el apoyo cotidiano a las víctimas del terrorismo y su participación como ciudadanía de base en la vida y gestión de un Berriozar hostil manejado por los totalitarios y antiguos terroristas. Pero hacen falta más Maribeles, Ricardos y Patxis; quienes asuman en primera persona, según su temperamento y capacidad, la defensa de nuestra identidad desde una parcela específica: los medios juveniles, el entorno profesional, los colegios profesionales, las APAs, el montañismo, la formación ideológica, la cultura, la vulgarización de nuestra formidable Historia frente falsificaciones ideologizadas, la promoción del idioma español, que poco a poco ya viene siendo hostigado en no pocas áreas de Navarra, el apoyo estable a los colectivos de padres y madres afectados por las reformas educativas y a profesionales ninguneados y “reclasificados” a posteriori en función de su conocimiento del vascuence lo que ello conlleva de arbitrariedad y enchufismo por afinidad ideológica, la lucha contra la corrupción de los mandarines del cuatripartito… “La mies es mucha”, pero de todos nosotros depende que los obreros sean más.

Desde el cuatripartito seguirán con su ofensiva: más que nunca. Acelerarán su agenda, se crecerán en su agresividad característica, multiplicarán las fracturas, señalarán a los disidentes… Veremos ikurriñas, muchas ikurriñas. Y seguirán bombardeándonos con múltiples iniciativas de todo tipo: están entrenados para ello y mucho más. Pero, ante lo inevitable, lo que no podemos hacer es resignarnos. O pensar que con haber salido el 3 ya fue suficiente. Buscaremos más ocasiones en las que ondear nuestras banderas: las que siempre han unido a los navarros hasta la irrupción de la secta sabianiana, los iniciados por Federico Krutwig, los lectores –en interpretación literal- de Txillardegi…

Todo cambio político es precedido por un cambio cultural y mental. Así lo han comprendido, también, los convocantes de la manifestación y otros muchos que han participado en su organización; trabajando (incluso únicamente pegando una pequeña pegatina que luego es inmediatamente arrancada) se percibe mucho más que tomando café. Otros siguen considerando que, desde la acción institucional de los partidos políticos, más los errores del cuatripartito, sería bastante. Entendemos que ambas facetas no son incompatibles, es más, son complementarias. Pero exige una buena relación entre los partidos, mediante organismos sectoriales y buenos interlocutores y agentes sociales, con la sociedad misma y sus entidades y líderes.

Tampoco ello quiere decir que se dé un cheque en blanco a los líderes políticos: han cometido graves errores y, por ello, deben asumir sus responsabilidades políticas; además de aprender a ser humildes y escuchar a la ciudadanía, quienes no son meros súbditos a los que pedir el voto ocasionalmente.

Quedan dos años por delante.

Los partidos navarristas deberán valorar qué tipo de oposición desarrollar en las instituciones, cómo organizarse para pasar a ser de partidos de gobierno a partidos de oposición y calle, que no se limiten a pegar algún cartel de vez en cuando. Implica regenerase de verdad, trabajar en pueblos y barrios, conocer a sus gentes, sus comerciantes y necesidades, tratar con las comunidades allí insertadas (desde las nuevas confesiones religiosas a los colectivos de nuevos navarros cuyos apellidos mantienen con orgullo su procedencia eslava o andina), activar sus aburguesadas juventudes, interactuar con más decisión con el mundo sindical.

El creciente tejido asociativo navarro deberá trabajar sin descanso: conforme el carisma de cada uno; pero sin dirigismos elitistas, con trasparencia y programas claros y comprensibles. Hay que cubrir muchos huecos en los que no hay actividad organizada, pero ya existe una demanda social a la que responder y canalizar.

En suma: se ha empezado a andar, rompiendo los esquemas triunfalistas y las previsiones del cuatripartito; lo que indica que se va por buen camino. Pero también se ha demostrado que pesadas inercias pueden romperse al servicio del bien común, con inteligencia y tesón.

El cuatripartito mantiene su agenda acelerada de “construcción nacional vasca”, y sin disimulo, lo que implica otra correlativa –un poquito más ralentizada y maquillada- de “desactivación de lo navarro”. Habrá de desenmascararles, denunciarles, plantarles y ponerles cara… Continuarán sirviéndose de una aceleración legislativa, una mayor presión callejera, malas artes mediáticas... ¿algunas dosis muy calculadas de violencia explícita?

La lucha continúa: bienvenidos sean todos los que aporten trabajo, medios, tiempo, ilusión, ideas a esta empresa que además de necesaria debe ser ilusionante.

Sila Félix