lunes, 2 de octubre de 2017

Cataluña 2020, una distopía (2ª parte)


En el momento en el que estoy escribiendo esto, el golpista Puigdemont acaba de anunciar que en los próximos días procederá a implementar en el Parlamento de Cataluña la ley que está suspendida por el Tribunal Constitucional, es decir, que va a declarar la independencia de forma unilateral incluso antes de conocer los resultados del referéndum que han amañado. La democracia a la catalana es tan grotesca que a su lado hasta Kim Jong Un parece un demócrata de toda la vida.

Esta tarde también han comparecido todos los políticos "constitucionalistas" que parecen estar a favor de la aplicación selectiva de la ley que nos ha llevado a esta comedia bufa, pero como sus declaraciones no han aportado nada, ni siquiera voy a entrar a comentarlas. Los únicos al fin y al cabo que han estado a la altura de las circunstancias son los 10.000 guardias civilespolicías a los que Mariano Rajoy metió en una encerrona, como decía ayer Arturo Pérez-Reverte. Ellos, y por supuesto, todos y cada uno de los españoles que se han movilizado en Cataluña y fuera de ella durante estos días pasados, podemos estar a las puertas de un movimiento patriótico al margen de los partidos como no se ha dado en toda la democracia.

Pienso que la única salida a esta situación es la suspensión de la autonomía catalana, la supresión de los Mozos de Escuadra y la TV3, la intervención de su sistema educativo y la centralización de otras muchas competencias que ningún país sano habría cedido a quienes lo pretenden destruir. No es momento para media tintas, a la larga serían pan para hoy y hambre para mañana. Cataluña será independiente no muy tarde o temprano ya que hoy en día el proceso independentista es irreversible, no lo puede parar ningún juez porque para impedir que un barco se hunda no basta con tapar las vías de agua, sino que hay que repararlas. Lo único que puede parar a este movimiento social es otro de idéntica magnitud y dirección contraria; estos son los catalanes que creen en la nación Española, que no es lo mismo que la cleptocracia del 78.

La música truculenta del un programa especial de Antonio García Ferreras me devuelve a la realidad porque soy consciente de que hoy en día todo esto son fantasías. Mientras la Secta vende su mercancía averiada, le hago caso a un tweet de el Vecino de Uxue para comprobar que en la Primera están echando un bódrio de película basado en una novela de Dan Brown. En Madrid siguen sin enterarse de nada y por esto mismo he de continuar cavilando en qué manera afectaría a la sociedad catalana una declaración unilateral de independencia bajo los términos del primer artículo.


Realmente no tengo que hacer un ejercicio demasiado sofisticado de clarividencia para vislumbrar los entresijos sociales en una Catalunya independiente, más que nada porque todo esto ha ocurrido y sigue ocurriendo en la Cataluña actual, uno sólo puede esperar lo mismo, pero a peor.

En primer lugar y aunque de forma no oficial, la sociedad catalana se dividiría en castas: aquellos con apellidos catalanes y con una lealtad probada a la causa separatista formarían la cúspide social. Agregados a estos, aunque en segundo lugar, también habría sitio para aquellos cuyo origen es castellano pero que precisamente por esto son los más fanáticos de la causa separatista, a bien sirven de carne de cañón. Los ciudadanos de tercera serían todos los demás, de origen catalán o no, que no hubiesen apoyado la independencia de Cataluña. Basta decir que hoy, de forma ilegal se han formado bases de datos respecto a quien ha votado y quien no ha votado en el referéndum independentista.

Hay que recordar también cuales son los orígenes del nacionalismo catalán: más allá del juego de extorsión hacia el Gobierno central de cada momento, el catalanismo es también una ideología basada en el cojonudismo catalán o el catalanocentrismo por el que se consideran mejores que el resto de los españoles.

La situación de relativa abundancia material de Cataluña se debe en gran medida a al fuerte proteccionismo económico del que gozaban los productos catalanes frente a los venidos del exterior y de aquí viene la tradición industrial de esta región. Hoy en día no hay ningún producto que se produzca en Cataluña que no pueda ser fabricado en cualquier otra región de España y de aquí viene parte de la pataleta nacionalista.

En tiempos, los primeros nacionalistas se atribuían una superioridad incluso racial con respecto a los castellanos y es un iluso aquel que crea que el apellidismo se fue y ya no se encuentra inserto en el ADN del nacionalismo catalán. De los 20 primeros apellidos más comunes en Cataluña, todos son de origen castellano y de hecho actualmente el 40% de los catalanes tienen un primer apellido de origen castellano. Esta realidad no tiene su reflejo en la formación nacionalista Junts pel si donde la inmensa mayoría de sus parlamentarios cuentan con apellidos de origen catalán y esto no es porque no haya charnegos independentistas, porque los hay a puntapala. Puede juzgar por usted mismo:

 Para el nacionalismo catalán SÍ importa el linaje

Desde el punto de vista lingüístico, el castellano supone una realidad incómoda a ser suprimida para todo nacionalista que se precie. Si ya han intentado eliminar el castellano en la educación pública de Cataluña, es de esperar que una Cataluña independiente aplique de forma más o menos paulatina la inmersión lingüística a toda la sociedad, llegando incluso a perseguir la lengua española, cosa que no es nueva desde las multas lingüísticas a los comercios con rótulos en español, toleradas por los sucesivos gobiernos centrales.

Por supuesto, todos aquellos que se nieguen a aprender catalán, tarde o temprano tendrán que hacer las maletas, para irse justo después de aquellos que en estos tiempos se han significado a favor de la unidad nacional. Esto lo lograrán con técnicas de acoso organizado, análogas a las que se pueden ver en el País Vasco o el norte de Navarra.

De la misma manera, una campaña de memoria histórica a la catalana llevaría a cabo una limpieza de monumentos, calles y símbolos asociados a España, cuestión de la que se encargarían los poderes públicos o grupos de incontrolados perfectamente organizados desde arriba.

Otro aspecto entre lo económico y los social: una Cataluña independiente invertiría una cantidad de recursos desmesurada en fomentar el nacionalismo catalán en la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares. No olvidemos que son pancatalanistas, es decir, reclaman como territorios catalanes a la Comunidad Valenciana, las islas Baleares y la Franja de Aragón. Esta sería una de las prioridades del nuevo régimen, a pesar de contar con una economía ya depauperada, como defendíamos en el anterior artículo.

Durante años hemos comprobado situaciones de adoctrinamiento infantil a calzón quitado; con niños castigados por hablar castellano, adoctrinados en el odio a España e incluso usados a modo de escudo humano en la jornada de ayer. Si esto ha pasado con un Estado ausente, en un estado catalán está claro que más que de adoctrinamiento vamos a hablar de técnicas de lavado de cerebro organizadas desde el gobierno de la Generalidad. 

El nacionalismo catalán ha llegado a traer a más de medio millón de musulmanes (que sepamos de forma oficial) para bloquear la inmigración hispanohablante a Cataluña. Esto son más musulmanes que votantes del PSC en las últimas elecciones autonómicas. En efecto el Islam es un problema creciente en Cataluña y lo seguiría siendo en una Cataluña independiente que escoja la homogeneidad cultural e idiomática como elemento de cohesión nacional.

Por añadido, entre el 50 y el 75% de las mezquitas salafistas que en España predican el Islam radical, se encuentran en Cataluña. Hace unos días, un reputado periodista experto en la materia del Islam radical, contaba en una conferencia en Navarra que los servicios de inteligencia de Estados Unidos consideraban que actualmente los mayores focos de radicalización islámica en Europa eran Bélgica en primer lugar y Cataluña en el segundo. Atentados como el de las Ramblas de Barcelona sólo son el principio, pero el terrorismo islamista es lo de menos frente al fenómeno de sustitución poblacional que junto a las políticas suicidas de la progresía catalanista llevarían a Cataluña a ser una de las primeras repúblicas islámicas de Europa.


Hispano

1 comentario:

  1. Todo lo que aquí se dice se puede aplicar a la CAV...incluido el anschluss hacia Navarra. Si no me creen, lean las declaraciones de Uxue Barcos de hoy mismo en la prensa:

    "La posibilidad de que Navarra pueda hablar en torno a su estatus jurídico está perfectamente bien redactada en la Transitoria Cuarta de la Constitución. Es cierto que algunos sueñan en cada convocatoria electoral con ver esa disposición definitivamente desaparecida y yo no lo comparto evidentemente en la defensa de que nadie decida nuestro futuro, sino que lo hagamos nosotros mismos".

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