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martes, 26 de septiembre de 2017

La Navarra celta y el Aragón celta


En América latina se suele decir que quien no es inca es mandinga (etnia subsahariana), haciendo referencia a que los latinos descienden, o de los amerindios o de los negros africanos. En la España prerromana, que es la que nos concierne en este artículo, todo se podía resumir a dos grandes culturas, que eran los celtas y los íberos o iberos.

Algunas teorías sobre el origen de los vascones: Iberos, georgianos y bereberes

Los vascones se consideran relacionados con los iberos, si es que no eran el mismo pueblo. De hecho esa hipótesis ha sido considerada la más verosímil por mucho tiempo. Los nacionalistas vascos la han desprestigiado porque admitir que los vascones eran un remanente superviviente de los íberos era implicar que los vascos y navarros eran iguales que otros españoles.

Los numerales íberos del uno al diez son bastante similares a los del euskera: ban, bi, irur, laur, borste, śei, sisbi, sorse, abaŕ, hamar. Sin duda se parecen a los correspondientes en vascuence. Veinte es oŕkei en ibero y hogei en vascuence. Además hay similitudes en el sistema fonético de ambas lenguas.

El íbero suena como el vascuence. Se han encontrado topónimos iberos por buena parte de España muy similares a los vascones. Por ejemplo el ibero "Iliberri" (iliberri) es casi idéntico al vascón "Iriberri" (ciudad nueva). Iliberri es el nombre prerromano de la ciudad de Granada.

No lo digamos muy alto, que los abertzales son capaces de reivindicar la incorporación de Graná (como dicen los granadinos) a la C.A.V. Eso sí, previo cambio de nomenclatura de Granada a Granada-Iliberri, como han hecho con Vitoria-Gasteiz y con Estella-Lizarra. Son odiosos.

El idioma ibérico no se ha conseguido descifrar en plenitud, pero sí se han descifrado varias palabras coincidentes con las palabras euskéricas. Esto ha dado varios dolores de cabeza a los abertzales.

Lo cierto es que los vascos son de origen celta y según la hipótesis iberista, los navarros y aragoneses somos, como descendientes de los vascones, un remanente de iberos que preservó su lengua hasta época romana. Quizás el pueblo navarro de Ibero sea una prueba indicatoria del origen ibérico de los navarros.

Lo interesante es que los iberos se dice que vinieron en la antigüedad del Magreb, precisamente de donde son los bereberes cuya lengua se ha dicho estar relacionada con el vascuence. Además en el Cáucaso hay lenguas, como el georgiano, que también se les suele relacionar con el eusquera.

Georgia en georgiano es "SAKARtvelo", por lo que quizá tenga relación con "uSKARa", el nombre del euskera en el desaparecido dialecto roncalés. "Casualidades" de la vida, que los antiguos georgianos se llamaban iberos también.

Cántabros, várdulos, caristios, autrigones y berones

España prerromana mostrando las dos principales divisiones etnolingüísticas peninsulares: Celtas e iberos. Los celtas en tonos verdosos incluyen a los lusitanos (antepasados de los portugueses), cántabros, várdulos, caristios, autrigones, berones...

Los bardyetas se extendían por la mayor parte de  Gipúzcoa y la mitad oriental de Álava, Su nombre celta pasó a ser varduli (con diminutivo latino), es decir, várdulos. Los várdulos, caristios y autrigones son los antepasados de los vascos, mientras que los berones lo son de parte de los riojanos.

A los cántabros de entonces se les suele considerar como parte de los celtas, y a los várdulos, caristios y autrigones, los antepasados de los modernos vascos, se los relaciona con los cántabros y también se les suele considerar como parte de los celtas.

Europa céltica

Buena parte de Europa era celta en la antigüedad. Los celtas llegaron a extenderse hasta la península anatólica, en la actual Turquía central. En el Nuevo Testamento se conoce a estos "turcos" celtas como "gálatas", y a su territorio se le conoce como Galacia.

Las invasiones romanas, germánicas y vasconas redujeron lo celta a la mínima expresión, quedando solo reductos de cultura celta en Francia (Bretaña), Islas Británicas y España (Galicia y Asturias, principalmente).

Muchos topónimos que suelen empezar con CAL, KEL, GAL indican origen celta. Celta en inglés es Celtic, pero no se pronuncia Séltic, como sería lógico, sino KELtic. Tierras celtas con los prefijos cal, kel, gal son o eran CALedonia, GALicia, GALia, GALes, portuGAL, y posiblemente portuGALete, GALdácano... Incluso hay una región llamada GALicia entre Ucrania y Polonia que era celta.

Áreas de cultura celta. Asturias faltaría en este mapa. Galicia está incluida correctamente porque este mapa es de las âreas que han mantenido la cultura celta. Sin embargo si lo que se contase en el mapa fueran solo los territorios lingüísticamente celtas, Galicia estaría excluida, ya que la romanización barrió el idioma celta. A pesar de eso, los gallegos están orgullosos de su lengua romance. De la misma forma los navarros estamos orgullosos de nuestros topónimos romances: Sangüesa, Javier, Lumbier, Navascués, Turrillas, Pamplona, Estella, Olite, Santesteban. Castilla NO los trajo. Son nativos de Navarra.

Además hay varios Portugaletes en Galicia pertenecientes a las localidades de: Ponte Caldelas (Pontevedra), Mondoñedo (Lugo), interior de la Ría de Muros (La Coruña), Villanueva de Arosa (Pontevedra), Caldelas de Miño (Pontevedra). Es más, a la localidad gallega de Tuy, se le llega a llamar portuGAL en 1610. 

Hay varias Vienas, Vianas o Veanas que están distribuidas por Europa y que algunos filólogos hipotetizan que son originadas en la palabra celta beann (monte, colina o pico) que en gaélico escocés y en gaélico irlandés significa pico o cima. En protogaélico, bastante más cercano al idioma celta original, es benna.

Los vascones conquistan a sus vecinos

La Sierra de Cantabria está emplazada entre la provincia de Álava y La Rioja. Aquí vemos el nombre Cantabria repetido en una zona antiguamente celta, un tanto alejada de la moderna autonomía de Cantabria.

Los historiadores romanos de la antigüedad consideraban a várdulos, caristios y autrigones como cántabros debido a su afinidad común céltica. De hecho lo que hoy es el País Vasco, por mucho tiempo se ha llamado Cantabria, por su fuerte relación cultural con los cántabros antiguos.

Esto tuvo que empezar a cambiar cuando los vascones, vascongaron (vasconizaron) estas tierras conocidas como vascongadas. Así los vascones implantaron su lengua en estas tierras célticas o celtoides.

Pero dejaron sin vasconizar las Encartaciones vizcaínas. Así la mayoría de localidades encartadas, como Carranza, no tiene nombres eusquéricos, sino celtas o castellanos. De hecho en esta parte de Vizcaya casi nadie habla eusquera todavía hoy en día. Galdames, Galindo, Gallarta son pueblos encartados que posiblemente deriven su prefijo del prefijo típicamente celta GAL.

La mayor parte de La Rioja actual también se vasconizó. Ciudad de Cantabria es como se ha denominado al yacimiento celta protohistórico ubicado al sur de lo que se conoce como Cerro de Cantabria, en el término municipal de Logroño.

En el mapa se observa cómo los berones, un pueblo céltico, ocupaban una zona correspondiente a parte de La Rioja. Hay una pequeña parte de Navarra que se suele incluir como parte del territorio de la tribu celta de los berones. Cascante es quizás el pueblo celta (de origen) más conocido de Navarra. Su nombre no es eusquérico, como algunos abertzales quieren ver.

¿Son los vascos y los navarros una raza distinta del resto de Europa?

Los nacionalistas vascos siempre se pavonean de que son únicos, que no se parecen a nadie étnica, lingüística y culturalmente. Si bien el euskera no es una lengua indoeuropea (como sí lo son las celtas, romances, germánicas, eslavas...) ni fino-úgrica (finés, estonio, húngaro), lo cierto es que los vascos y los navarros nos parecemos genéticamente bastante a otros españoles y europeos occidentales.

Lo siento por los aberchabacanos, pero no somos una isla genética. Solo, en cierto modo, donde el eusquera es mayoritario (bastante más arriba de Pamplona) son una isla lingüística.

Mapa genético de Europa coloreado según predomine un haplogrupo u otro. Salvo alguna parte pequeña en Galicia y Andalucía, en España somos genéticamente bastante homogéneos.

El lauburu es aragonés también

Lauburus hay por todas partes prácticamente, como ya se documentó en este blog. Algunos “lauburus” alemanes figuran rodeados por un sol en iglesias cristianas. Son un signo solar típicamente indoeuropeo que a España lógicamente trajeron los primeros indoeuropeos que llegaron por estos lares, los celtas. 

En Aragón son abundantes los lábaros o “lauburus”. Algunos pueblos aragoneses con Lauburu tallado en piedra son: Cruz de Fanlo, Arbaniés, Piedramorrera, Plasencia del Monte, Coscullano... En Barbastro hay esvásticas de tres o de cinco “fuellas” o cabezas.

En Vizcaya hay “lauburus”, no sólo los hay de cuatro “cabezas” sino de seis, como los que se ven en Aragón, o sea que se llamarían "seiburu".

En Fago, un pueblo de Huesca, hay una pila bautismal con el "lauburu".

El Escudo de Aragón exhibe las cabezas cortadas de cuatro reyes moros. Puesto que lauburu significa cuatro cabezas en vascuence, y por todo Aragón hay unos cuantos lauburus, algunos han llegado a soñar que el lauburu es una representación de las cabezas de los reyes moros del Escudo de Aragón.

En Arbaniés, Huesca, topónimo con nombre casi idéntico al de la localidad navarra de Arbuniés, en la parte superior de la fachada de un pajar, hay un “lauburu” inmenso. Una casa de Velillas, Huesca, tiene otro, mientras que en Torres de Montes, Huesca, hay otros tres tallados en fachadas de casas. En Barbastro, Huesca, los hay de tres, cuatro y cinco cabezas.

Logo de una asociación de enseñanza de aragonés, la lengua que los lingüistas han llamado navarroaragonés.

El Alto Aragón está lleno lauburus y de frontones: http://www.diarioaragones.com/deportes/pisandoarea/101049-jaca-epicentro-de-la-pelota-aragonesa.html Lo que llamamos pelota vasca, en Valencia es pelota valenciana y en Aragón es pelota aragonesa. ¿No deberíamos llamarla pelota navarra?

Las palabras “lauburu” y la palabra lábaro parecen tener un origen común. Hasta suenan de forma similar. De hecho este símbolo solar (para algunos eólico), en sus diferentes versiones, es indoeuropeo, pues se haya principalmente entre los pueblos que hablan estas lenguas, es decir, desde la India, pasando por Paquistán, Irán, dando un salto hasta Rusia y siguiendo continuamente hasta Europa occidental.

Pero, si éste símbolo es indoeuropeo, ¿cómo llega a tierras vasconas de Aragón y Navarra?

Los vascones reciben a los celtas

Hemos ido discutiendo sobre los pueblos vecinos de los vascones, especialmente de los indoeuropeos. Los celtas, son los primeros pueblos indoeuropeos en habitar la España prerromana y entre ellos están los vecinos occidentales, en el presente conocidos como vascos y riojanos. Antes de estos celtas se cree que llegaron protoceltas a Iberia.

Los vascones en cambio no tenían nada que ver con los indoeuropeos, tampoco los iberos. Los romanos, igual que los griegos, son indoeuropeos. La romanización termina de convertir en indoeuropeo lo que no habían logrado los celtas, y así sin las lenguas iberas, las tierras vasconas de más al norte, además de las vasconizadas (País Vasco y La Rioja básicamente), se quedan como únicas supervivientes lingüísticas no indoeuropeas.

Si los romanos penetran en tierras vasconas, los celtas ya lo habían hecho y lo hacen tanto en el Ager Vasconum (Montaña navarroaragonesa), como en el Saltus Vasconum (tierras llanas navarroaragonesas), como veremos en los topónimos más abajo.

Hay varias localidades navarras con yacimientos celtas: Viana, Cascante, Bargota, Los Arcos, Arróniz, Sesma, Barbarin, Mendavia, Mues, Mendaza, Espronceda, Arce, Cortes.

Es llamativo encontrar yacimientos celtas desde Arce, en La Montaña navarra, pasando por Los Arcos, en La Zona Media navarra, hasta Cascante, en La Ribera navarra. Este hecho indica contundentemente que los celtas penetraron intensamente toda Navarra.

Además Landa, Lana, Cascante, Arga, Ulzama son topónimos de origen celta (no eusquéricos), y posiblemente Arguedas también. Así mismo se cree que el sufijo -ica de las localidades navarras de Artica o Zabaldica, es también céltico.

En Peñahitero (Fitero) hay restos humanos antiquísimos (s.IX a. C), que son la tumba de un príncipe celta. Las primeras huellas de presencia humana en Bargota, Navarra, se encuentran en el yacimiento protohistórico de El Castejón, un antiguo poblado de origen celta en el que se han recogido restos de cerámica.

Ulzama deriva del topónimo celta Uxama, que significa 'el más elevado', precisamente eso es La Ulzama, puesto que es, junto con Basaburúa, el valle más elevado de la vertiente mediterránea navarra. Pero si Ulzama es un topónimo celta, ¿por qué habría que ponerle una t?

Ulzama está relacionado con el topónimo Uxama Argaela, en la actualidad Burgo de Osma (provincia de Soria) y de Uxama Barca, hoy conocida como Osma de Valdegovía (provincia de Álava). Incluso hay un barrio de Osma en Mallavia (provincia de Vizcaya), pero Mallavia se relaciona con la comarca del Bajo Deva (provincia de Guipúzcoa).

En tierras vasconas del actual Aragón también penetran los celtas. Quizás los topónimos celtas aragoneses más conocidos son Gállego, Castro y La Puebla de Castro. Gállego no viene de gallego, sino de Galicus, la forma romana de llamar a los habitantes de la Galia (los galos), que, como los gallegos, eran celtas. 

Castro celta que bien podía ser representativo de los poblados celtas en Aragón y Navarra.

Hay veces que se puede caer en este error de ver el apellido Gállego, e incluso Gallego, pensando que se trata de alguien de origen gallego, cuando de lo que en realidad se trata es de alguien de origen tan aragonés como un baturro o El Pilar. Eso sí, aragonés de origen celta.

Castro es como se denomina a un poblado fortificado celta. El topónimo castro se da en diversas zonas de España, como Galicia, Castilla, Andalucía... Su versión inglesa es Chester y está presente en las ciudades de Manchester, Winchester, Chesterfield...

Normalmente el apellido Castro se da por gallego, pero ya que los apellidos suelen venir de topónimos, debería haber aragoneses sin origen gallego apellidados Castro, por los topónimos Castro aragoneses.

Deva, divinidad celta

Deva aparece con frecuencia en topónimos de todas las autonomías españolas que forman el litoral cantábrico: Galicia, Asturias, País Vasco y Cantabria. 

Era una diosa acuática, asociada a fuentes y cursos fluviales. Hay ríos llamados Deva en Cantabria, Asturias, Guipúzcoa, Pontevedra, e incluso en Aragón hay un río llamado Riodeva, cuyo nombre deriva precisamente de "río Deva".

Este río es afluente del río Guadalaviar, como lo llaman en Aragón, o Turia, como lo llaman en Valencia. Este río Riodeva está en la zona aragonesa de Albarracín, provincia de Teruel y atraviesa una localidad también conocida como Deva.

Astarte, Eostre, Ostara, Aster...

Astarté es la versión fenicia de la diosa sumeria Inanna, que los israelitas llamaban Astarot. Ishtar era el nombre que le dieron los babilonios, acadios y asirios. La celta Eostre/Ostara derivaría de esta diosa mesopotámica.

Desde Ishtar, con el significado de "estrella", se dio origen al latín "Stella", al español "Estela", al francés "Estelle" (muy próximo al topónimo "Estella", que no terminó de evolucionar a "estrella"), al inglés "Star", al vascuence "Izar". 

Desde Ishtar pasó de nuevo al hebreo como "Ester" y de éste, por medio de la Biblia pasó de nuevo a las lenguas occidentales como "Ester" o "Esther".

En el mundo antiguo se crearon unas divinidades y acabaron con un nombre, a veces similar, en la otra punta del mundo, como acabamos de ver ahí arriba. El griego Poseidón pasó a la mitología romana como Neptuno. El griego Heracles pasó a conocerse como Hércules en Roma, aunque en el clásico Disney figure el nombre Hércules como griego.

La diosa celta Eostre dio origen en inglés al nombre Easter. Easter es el nombre en inglés de la Semana Santa. Tiene gracia que un nombre pagano originalmente, acabe como cristiano.

Se cree que esta divinidad celta, con un pasado también en otras áreas del mundo, dio nombre al pueblo celta "astur", además de a "Asturias", "Astorga", y aquí en Navarra a los topónimos de Azteráin, Astráin y Esteríbar,

Esteríbar está documentado como Eztiribar y Azteribar. Astráin está documentado como Azterain. Azteráin, "coincidentemente" es un despoblado de Esteríbar, por lo que se cree que están relacionados etimológicamente. Azteribar significaría el "valle de Azter" o Áster, mientras que Azteráin y Astráin significarían "posesión de Aster".

Otras influencias celtas sobre los vascones, aragoneses y navarros actuales

Símbolos celtas: Lauburu, Lábaro, Trisquel y Rueda Solar. En realidad todos son variantes de lo mismo. Son de origen indoeuropeo recibidos a través de los celtas.

La lengua celta influyó sobre el vascuence en la tendencia a transformar /mb/ en /m/, una tendencia conservada en el habla popular de la cuenca del Bidasoa donde denbora (tiempo) se pronuncia “demora”, y lehenbiziko (primero), “lemizko”. Los ríos Bidasoa y Bidousse fluyen bajo teónimos celtas.

El celta dio al vascuence una gran cantidad de préstamos lingüísticos como aitá “padre” (en gaélico irlandés es athir), andere “señora”, haltza “aliso" oker “torcido”, ezker “izquierda”, erreka “arroyo”... 

Además es de origen celta la copulativa "eta" derivada de "uta", y "egi", derivada de gyo, “valladar” o “alineación”,que significa “cordal de un monte” o “prolongación de una cresta”.  El celta gyo está presente también en el topónimo Moncayo, ese destacado monte aragonés que en días despejados se puede contemplar desde Navarra. 

El Cinca es el único afluente pirenaico del río Ebro con nombre eusquérico. Cinca vendría de Cinga, que a su vez vendría del vascuence Txinga “terreno pantanoso”, relacionado con Txingudi, marisma del Bidasoa. En cambio Ega, Arga y Aragón, los que hacen al Ebro varón, son topónimos celtas. Este río y valle, el Aragón, ha pasado el nombre a la actual autonomía vecina.

Deyo es el antiguo nombre del castillo y monte de Monjardín, más su área circundante que va desde la fortaleza de Monjardín hasta el río Ega. Deyo es supuestamente el nombre de Monjardín en vascuence, pero no es cierto porque es celta.

De hecho así es como se llamaba Tierra Estella. Curiosamente Tierra Estella en euskera también se llegó a llamar Estellerri, no Lizarraldea, como nos intentan vender los políticos abertzales. Segia, también un nombre céltico, es el antiguo nombre de la localidad zaragozana de Ejea de los Caballeros.

También Nemanturista, antigua localidad al sureste de Pamplona, tiene un aumentativo relacionado con las inscripciones celtas Menmandutiae (Galia Narbonense), Minmantii (Aquitania Céltica), Mermandios (Lusitania), Mirmanos (junto a Tudela)... Todos estos topónimos se pueden reconstruir en el término celta  Menmandios, que se puede traducir como “deidad de la memoria”.

En el territorio vascón la lengua y cultura celta eran consideradas superiores y de referencia hasta la llegada de los romanos. De hecho la población paleovascona servía a una élite celta de reyezuelos y guerreros hasta que llegaron los romanos. El propio nombre vascones, viene de barscunes y bascunes, nombre dado por los celtas.

Pamplonica

lunes, 31 de julio de 2017

Horas Grandes de Navarra 1A



La historia de Navarra contada de forma teatralizada, desde los orígenes del reino hasta 1512. Se trata de cuatro discos de vinilo, producidos en 1979 por la empresa TIC-TAC en exclusiva para la Caja de Ahorros de Navarra, que hemos querido recuperar por su indudable esfuerzo divulgativo sobre la identidad de nuestra tierra. Aunque han pasado ya treinta y ocho años, la grabación no ha perdido ni un ápice de su interés original. 

El texto histórico de base fue preparado por los profesores universitarios Angel Martín Duque y Javier Zabalo Zabalegui, grandes conocedores de la historia del viejo reino. El asesoramiento musical fue de Aurelio Sagaseta, y la interpretación corrió a cargo de los monjes de Leyre y del Grupo Pro Música Antigua de Madrid.


Esta semana, el primer vinilo con sus dos caras.

Cara B: http://www.navarraresiste.com/2017/08/las-horas-grandes-de-navarra-v1b.html





lunes, 31 de octubre de 2016

Una tumba romana crea problemas a la “euskaldunización” de la Ribera


Ah Roma, Roma. Qué cómodo sería para el autorelato abertzale que nunca hubiese habido romanos por aquí, que las vías no pasasen por donde pasan, que los restos no fuesen los que son y que, en definitiva, no tuviesen que mentir tanto para contarnos su historieta nacionalista. Y qué molestos estos  romanos, siempre construyendo y dejando restos… con lo cómodo que sería contar que Pamplona fundó Jaungoikoa, en vez de Pompeyo. O que los visigodos nunca estuvieron aquí, y sin embargo estuvieron y de hecho nunca se fueron, de Witiza a Rodrigo y de los Íñigos a Casio.

Y el problema crece y crece, y se les va de las manos pese al esfuerzo abertzale para contar con una “historia oficial” y hasta con una “arqueología oficial”. Pero no tienen nada que hacer, pues la realidad es tozuda. Tanto en la Montaña como en la Ribera, la realidad es lejana de lo que los nacionalistas quieren; y es particularmente hiriente en esa “zona de contacto” en la que los abertzales querían plantar sus garras en esta legislatura. No va a poder ser.

Varias calles de Ujué se encuentran en obras de conducción de agua, de desagües y mejoras en el pavimentado. El pasado 20 de octubre, en la plaza mayor, en el curso de esas obras apareció una tumba. La obra se detuvo y se llamó a los arqueólogos del gabinete Trama. Según el estudio preliminar los restos y la tumba hacen pensar en la época tardo antigua, entre los siglos IV y V. Es una época de transición, y una época a la que las invenciones nacionalistas y pseudorrománticas han atribuido un improbable e improbado renacimiento de una identidad vasconaidómita y antirromana, luego reconvertida a antigoda. ¿Seguro?


Pero pensemos en el hallazgo. En Ujué. De una tumba con restos manifiestos –la hebilla metálica por ejemplo- de una artesanía tardorromana provincial o incluso germánica. Un hombre fuerte de 1,60 de altura entre los 30 y los 40 años de edad. ¿Pero no estaban los vascones resistiendo a los romanos durante 8 siglos? Oh oh, qué molesto…

Un hallazgo que suma historia a Ujué, dicen. Mejor diremos: un hallazgo que aclara la historia de Ujué, y de la Ribera, y modestamente la de Navarra. Es una tumba fuera de suelo sagrado cristiano, lo que nos llevaría a pensar en costumbres paganas subsistentes, cosa fácil en esos siglos en todo el Imperio, o de una ermita o iglesia desaparecida con los siglos, cosa siempre posible. Quizá con todo esto se encuentren además los restos de la ermita de San Martín. Pero lo interesante  es que en aquellos siglos no-tan-oscuros había enterramientos cuidados y rituales en una Ujué para nada resistente, y para nada distinta del resto del Valle del Ebro. De la Tarraconense, para ser exactos.

Una mala valoración de la toponimia –por ejemplo la bienintencionada pero no muy profesional de PatxiSalaberri- ha tratado de convertir en pruebas de una “eterna” vasconidad los nombres de lugar de la Zona Media y de la Ribera. Olvidando que esos nombres llegaron masivamente a lo largo de los siglos, sobre un sustrato previo no vascófono, con los pastores por las cañadas, con las almadías por los ríos, y que son prueba de la perfecta integración de la Montaña en la Hispania romana y goda de esos siglos, y no de su separación de la misma. Eso mismo lo demuestran restos arqueológicos como esta tumba. Que, ya lo verán ustedes, la prensa como el Mentiziasquerrá convertir en el primer afiliado de Bildu en la zona. Sólo que, sencillamente, no es verdad. Ese caballero sabía latín.

Caius

lunes, 21 de marzo de 2016

Summus Pyrenaeus, un símbolo completo de la identidad de Navarra


En el tercer número de nuestra revista impresa considerábamos que era “el tema más polémico de nuestro pasado antiguo” y también “uno sobre el que se han dicho muchas tonterías impunes” (http://www.navarraresiste.com/2016/02/roma-domuit-vascones.html). Conforme avanzan los meses de gobierno abertzale y de resistencia miedosa o de simple sumisión al mismo, comprobamos que es verdad: les molesta que los romanos estuviesen aquí, que los vascones jamás se les resistiesen y que Roma dejase aquí su identidad y todos sus símbolos. 

Ya hemos explicado, creando polémica entre los que no suelen pensar sino balar, que las relaciones entre romanos y vascones fueron de amistad primero y de plena integración después, sin resistencia armada. Hemos citado, y puede explicarse en más detalle, que “cinco de las 35 vías romanas del llamado Itinerario de Antonino pasaban por territorio vascón”, con una gran abundancia de asentamientos, villas y templos, plenamente romanos y desde muy pronto, tanto en el ‘ager’ como en el ‘saltus vasconum’. De hecho, sabemos que molesta, pero los vascones lucharon durante más de cinco siglos, es cierto, pero A FAVOR de Roma: había vascones en el ejército romano al menos desde el siglo I a. C., por todo el Imperio. Probablemente ya en la II Guerra Púnica, y con seguridad desde las Guerras celtíbero-lusitanas de 154-133 a.C. los vascones combatían por Roma, y a la vez se impregnaban de romanidad, sin que Roma jamás impusiese ni pagase nada.

Tenemos en Navarra un monumento singular, casi en la displuvial pirenaica, que es la llamada ‘torre de Urkulu’. Durante siglos, desde la Edad Media hasta el Diario de Navarra del 20 de marzo, se han escrito y dicho muchas cosas sobre él. Muchas simplezas y algunas malintencionadas, también. No fue desde luego mausoleo de la ninfa Pyrene. Tampoco tumba de guerreros muertos en Roncesvalles. Aunque por costumbre (equivocada) se le ha llamado ‘torre’, no lo es, y no es una fortaleza franca, ni mucho menos navarra, ni nada parecido.

Todo en Urkulu es sorprendente, sin necesidad de inventar nada. Una enorme base cilíndrica o troncocónica de mampostería, que originalmente medía cuatro metros y medio al menos de altura y 19 y medio de diámetro, en la cima de una montaña sin utilidad militar alguna, pero visible desde ambos lados del Pirineo y sobre uno de los principales pasos posibles del mismo. Un símbolo, un recuerdo, una señal viva de lo que esta tierra es y no es.

En la Guerra Sertoriana. en 81-73 a.C., Quinto Sertorio, pretor de la Hispania Citerior, se subleva contra Roma ayudado por los celtíberos. Los vascones permanecen fieles a Roma y colaboran con ella. Luchando contra Sertorio, en el 74 a.C. Cneo Pompeyo inverna en Pamplona, reorganiza a los vascones y a los demás pueblos fieles de la zona, da su nombre a la ciudad y traza con claridad vías, rutas y señales. Sabemos por el Itinerario de Antonio que la vía romana de Asturica (Astorga) a Burdigala (Burdeos) atravesaba el Pirineo en el punto llamado Summo Pyreneo. No importa ahora demasiado saber si el cruce principal de la cadena montañosa por las comunicaciones romanas estaba en Oiasso (Irún), en el entorno de Quinto Real, en el Alto de Ibañeta junto a Roncesvalles, en Orbaiceta o hasta en el Irati. Probablemente todas estas opciones de cruce hayan ido alternando su importancia en la historia, como ahora. Pero todas tienen algo en común: en todas ellas se han ido encontrando, y más cada vez, restos romanos cada vez más antiguos e importantes, desde hallazgos numismáticos y cerámicos a un ara dedicada al Sol Invicto.

En Urkulu sabemos ya con certeza arqueológica hace más de 35 años –con la excavación dirigida por María Ángeles Mezquíriz y Jean Luc Tobie- que se trata de un monumento romano hecho ex profeso, conmemorativo de victorias y delimitador de posesiones. Con toda probabilidad, se trata de los restos del monumento erigido por Pompeyo en el límite de Hispania con la Galia, una entonces Galia aún no romana, señalando que desde allí y gracias a sus victorias imperaba la paz y la ley de Roma. Se ha perdido la parte superior del monumento, pero ahí queda éste como signo innegable de algo que a muchos molesta.


¿Y qué molesta? Molesta que, justo en el Pirineo navarro, se marque la frontera de… la España romana. Molesta que, sin discusión, por allí pasasen las principales vías romanas, sin resistencia ni oposición. Molesta que Pompeyo, en nombre de Roma, erigiese el mayor monumento de toda la posterior Navarra antes de los templos que precedieron a las iglesias y catedrales.  Molesta que, a los pies del Monumento de Pompeyo, el Camino de Santiago haya entrado durante más de un milenio en España.

Urkulu es Roma, es Camino, es Europa, es altar, es templo y es monumento. No hay resistencia, sino lealtad a la Ciudad y aceptación de su lengua, su cultura, su fe y y sus gentes. Urkulu es y será todo lo contrario de lo que querrían ver los que sueñan con una resistencia antiromana que nunca se dio o con una Navarra que nunca ha sido otra cosa que España. Por eso conviene echar un ojo de ven en cuando a aquel símbolo… no vaya a ser que en nombre del Cuatripartito lo quiten, o le den un sentido inventado.

CAIUS

lunes, 22 de febrero de 2016

Roma Domuit Vascones


Es seguramente el tema más polémico de nuestro pasado antiguo. También uno sobre el que se han dicho muchas tonterías impunes. Pero en realidad las cosas están bastante claras, y sólo los que por pura política se empeñan no saben cuáles fueron las relaciones entre los romanos y los vascones, de las que quedan testimonios de todo tipo cada vez más incontestables.

Cinco de las 35 vías romanas del llamado Itinerario de Antonino pasaban por territorio vascón, siendo el más importante el XXXIV que unía Astúrica Augusta (Astorga) con Burdigalia (Burdeos) pasando por Veleia (Álava) y Pompaelo, además de por el Summo Pireneo y por Oiasso (Irún). La zona comprendida entre esta ruta y la XXXII, que pasaba por Calagurris (Calahorra) y el valle del Ebro superior, debió de tener numerosos asentamientos y villas, según la cantidad de vestigios arqueológicos. No era una zona despoblada ni en guerra en época republicana ni menos en la imperial, como demuestran los ricos depósitos en los museos de Irún, Pamplona, Veleia, Calahorra y Zaragoza, además de los continuos nuevos hallazgos romanos en el territorio vascón.

Y es que los vascones, desde que sabemos de ellos, eran todo lo contrario que los galos de Astérix: había vascones en el ejército romano al menos desde el siglo I a. C., por todo el Imperio. La Cohors II Vasconum Civium Romanorum estuvo destinada en Germania, donde nos habla de su heroísmo el mismo Tácito, y luego luchó en Britannia y en la Mauritania Tingitana. Y no eran mercenarios sino ciudadanos de pleno derecho, y así debían de serlo sus ciudades y pueblos de origen. Vascones de la actual Ribera fueron hasta los legionarios que protegían la vida de  Augusto. Así que de resistencia poco o nada.

Los restos arqueológicos romanos son muy abundantes en el territorio vascón (básicamente la actual Navarra, aunque con salida al Cantábrico, del Bidasoa al Ebro y del Pirineo a las Cinco Villas), y también en el de los várdulos (Guipúzcoa y parte de Álava), caristios (partes de Vizcaya y Álava), autrigones (partes de Vizcaya, Santander, Burgos y Álava), berones (partes de Logroño) y por otro lado jacetanos (partes de Huesca). Es una zona de intensa romanización, como lo es la Aquitania en el Sur de la Galia, y sin resistencia armada sino todo lo contrario. Otros pueblos prerromanos bien cercanos sí defendieron su independencia con mucha fuerza y durante siglos, como es el caso de los celtíberos primero y de los cántabros y astures después.

Ruinas romanas de Andelos

Desde la Diputación de Álava tenemos este ejemplo de una intervención política (representada allí por Lorena López de Lacalle, de Bildu) muy interesada en que los hallazgos aparecieran como falsificaciones, por no coincidir con las teorías de algunos lingüistas y por las lecturas de algunos políticos nacionalistas. Los vascones fueron fieles romanos y tempranos cristianos, colaboradores desde la invasión y conservadores de la romanidad, y eso hoy les molesta a los súper-nacionalistas, que para atacar esa versión tengan no temen mentir ni imponer en las aulas sus teorías “resistentes” y “tardías”.

Restos romanos de Pompaelo

La romanización en Vasconia como en Aquitania está descrita en los textos de los historiadores romanos, incluyendo como saben hasta los estudiantes de los Institutos el mismo Julio César. Estos y otros hallazgos arqueológicos han permitido completar sus datos. Ya antes del siglo III hubo contacto entre vascones y romanos, pues sabemos hasta que mercenarios vascones lucharon junto a Aníbal en la Segunda Guerra Púnica, acompañándole a él y a Asdrúbal en su invasión de Italia. Gente práctica, los vascones vieron en general la potencia de Roma en aquella victoria, y cuando los romanos llegaron a territorio vascón colaboraron y no resistieron. Por eso los vascones se romanizaron conservando su identidad y hasta gobernando ciudades y territorios de otros pueblos que sí resistieron y en cuya derrota ayudaron a Roma (quizá Graccurris y Calagurris de los berones).

Con los vascones, en el 194 a. C. el cónsul Catón el Viejo toma Jaca mediante una treta, con su ayuda en el 188 a. C. el pretor Publio Cornelio Escipión cipión Nasica vence a los celtíberos cerca de Calahorra, y en 178 a. C. Sempronio Graco funda junto a los vascones Graccurris (Alfaro) sobre los restos de Ilurcis. Hay inscripciones vasconas y con nombres vascones cada vez más presentes, que testimonian más una presencia vascona y romana conjunta en territorio autrigón y tanto más caristio que una enemistad de vascones y romanos de la que no hay testimonios. Vemos presentes desde muy pronto cuestores civiles romanos, nunca legiones en campaña contra los vascones y siempre en cambio militares romanos acogidos y apoyados aquí. Había pueblos celtas y no sucesivamente llegados, conviviendo y conservado un tiempo su identidad… pero la única certeza es la romanización, y que ésta fue intensa, profunda y temprana en lo que hoy es Navarra.

Cneo Pompeyo Magno

Es difícil dudar de este hecho, aunque queda mucho por saber de sus detalles. Calagurris (Calahorra) llegó a tener la condición de municipium civium Romanorum, y fue la ciudad vascona estatutariamente más importante. Ya hemos dicho que la guardia de Augusto fue de vascones de esta zona. Una generación antes César necesitó a Publio Licinio Craso y diez cohortes de legionarios para conquistar Aquitania en el 56 a. C., y sin embargo nada se necesitó contra los vascones. Otra generación más atrás, los pamploneses dieron todo su apoyo a Pompeyo en su guerra contra Sertorio que en 77 a.C. tiene su base en Osca. No es de extrañar, con todo eso, que el mayor monumento romano de toda el área navarra fuese justamente el triunfal de Pompeyo en el Sumo Pirineo, que quizá por testificar lo contrario de una anti-romanidad es sistemáticamente olvidado do por la propaganda oficial. Ni el Ager ni el Saltus Vasconum fueron de principio a fin otra cosa que territorios muy romanizados y plena y privilegiadamente integrados en la Hispania romana. Cuanto más se investiga más se comprueba, y más molesta a los que querrían inventar un pasado a su medida de pequeñeces, miserias, luchas y rencillas.


Caius

miércoles, 13 de enero de 2016

El 'lauburu', el símbolo que NO es vasco


Basta entrar en cualquier tienda de suvenires de Navarra o el País Vasco para verlo reproducido en cualquier tipo de soporte: llaveros, camisetas, platos, banderas... o toda clase de quincalla. Muy a menudo verás a algún abertzale de manual con un colgante del 'lauburu' al cuello, si es que no lo tiene tatuado. Si le preguntas por qué lleva eso al cuello te dirá sin dejar lugar a ninguna duda, que es un símbolo vasco milenario y con suerte, que es un símbolo solar de buen augurio.

Pero no, amigos, el 'lauburu' es de todo menos un símbolo ancestral de los vascos; quizás lo sea en la mente calenturienta de los abertzales, pero salvo anécdotas no se encuentran ejemplos de su uso por el pueblo vasco previos al siglo XVI. Ni es vasco, ni es milenario; y su redescubrimiento como "símbolo vasco" responde únicamente a motivaciones románticas prenacionalistas, a pesar de que ahora sea un símbolo muy abertzale.

Un símbolo religioso mundial. Mucha gente en Occidente vincula a la esvástica única y exclusivamente con el nazismo, pero este símbolo ha sido utilizado desde tiempos inmemoriales por toda clase de pueblos a lo largo y ancho del orbe y no como un símbolo maléfico, sino como un símbolo del Sol y con éste bienestar, suerte y prosperidad. De hecho la palabra esvástica proviene del sánscrito, una de las lenguas más antiguas (3500-5000 años) que aún a día de hoy sigue viva en la India; y quiere decir "bienestar" o "buena fortuna".

En las culturas precristianas europeas la esvástica también fue utilizada de forma muy profusa como símbolo solar así como símbolo de la vida o la muerte, dependiendo del sentido de rotación de la misma. Así mismo, ha recibido otras denominaciones como cruz gamada, tetraskelion (de los griegos) o Sonnenrad (rueda solar germana) de la misma manera que ha sido representada de múltiples formas, entre ellas el tema que nos ocupa: el llamado 'lauburu' que no es nada más que una esvástica dextrógira de brazos curvilíneos.

Mosaico romano adornado con una esvástica y representación de Buda con una esvástica levógira en la India

Los antiguos vascones fueron de los pocos que no la usaron. Una vez sentado este precedente nos tenemos que desplazar al siglo XVI, cuando comienzan a extenderse unas teorías sin ningún fundamento que vinculan al pueblo cántabro -un conjunto de tribus de claro origen celta- con los vascones, un pueblo preindoeuropeo y por lo tanto no emparentado con los celtas. Por sorprendente que esto parezca, estas teorías históricas venían motivadas mayormente como una forma de exaltación de la españolidad de los vascos, puesto que no existen crónicas romanas de resistencia vascona hacia su poder militar en sus territorios -no sólo no resistieron, sino que colaboraron abiertamente con su dominio en el conjunto de Hispania- pero sí de las luchas que llevaron a cabo los cántabros contra los romanos.

La cultura vasca sobrevive gracias a Roma. Así, estas teorías vasco-cantabristas vendrían a decir que cuando los romanos hablaban de la resistencia de los pueblos cántabros a su dominio, en realidad estaban confundidos y se referían a los vascos. Así explicaban por qué el idioma y la cultura de los cántabros habían desaparecido, mientras que el idioma y la cultura vascos seguían existiendo a día de hoy. Supongo que es más fácil llegar a esta conclusión que ver que si los vascones no sólo no desaparecieron como pueblo, sino que acrecentaron su poder bajo el Imperio, fue precisamente porque colaboraron con los romanos.

El caso es que como decía, esta muestra de una supuesta resistencia al invasor romano era vista como una forma de exaltación a la españolidad de los vascos: aquellos que resistieron al imperio romano eran pues los primeros españoles originarios. Este tipo de posturas no son nada que no se haya visto ya, el hecho de que las tierras vascas no fuesen conquistados de forma efectiva por las hordas islámicas que invadieron la España visigoda a partir del año 711 también ha sido usado para exacerbar la españolidad de estas provincias; gracias a este hecho que demostraba su limpieza de sangre, guipuzcoanos y vizcaínos tenían la hidalguía universal y esta condición explica que participasen de forma desproporcionada como funcionarios en la Corte de Madrid.

Un símbolo muy poco vasco. O nada. Los defensores de las teorías vasco-cántabras se toparon entonces con el lábaro, una suerte de estandarte que los pueblos cántabros habían utilizado para comunicarse entre ellos en el combate y que se compondría de un símbolo geométrico sobre un pendón color púrpura. Suponiendo que los romanos habían confundido a los vascos con los cántabros, entonces el lábaro debía de ser algún tipo de adaptación latina de una palabra vasca, y la que encontraron cierto parecido con la locución vasca "lauburu" que literalmente significa "cuatro cabezas"; todo esto muy bonito pero bastante falso, puesto que la expresión "lábaro" no procede del vasco sino del celta, y significa "el que habla", puesto que este símbolo vexiloide había sido utilizado para comunicarse en combate, como recogen las crónicas romanas. Pero, una vez lanzada la fábula, ¿Qué símbolo tiene "cuatro cabezas"? Una esvástica curvilínea, en concreto esta que sigue.

Un "lauburu" (esvástica de brazos curvilíneos) en una pila bautismal... de Alemania

¡Los abertzales quieren su esvástica! Ya en su tiempo estas teorías vasco-cántabras fueron desmontadas por autores de la época -como Francisco de la Sota o José de Moret- pero quedaron impregnadas en el imaginario y fueron retomadas de forma romántica por el movimiento fuerista del siglo XIX o autores pre-nacionalistas como el francés  Augustin Chaho. A caballo entre el siglo XIX y el XX surge el nacionalismo vasco de a mano de Sabino Arana, fundador del PNV; y como no podía esperarse menos de este movimiento fabulador, también adopta el 'lauburu'  junto con la clásica cruz gamada como símbolos vascos de toda la vida. Con el final de la Segunda Guerra Mundial se volvió algo bastante impopular eso de usar como símbolo político una esvástica, por lo que dejó de usarse el símbolo de brazos rectos, pero no el de brazos curvos.

Y así fue como de la noche a la mañana apareció un símbolo taaan vasco que nunca había sido utilizado en ningún escudo heráldico del País Vasco o de Navarra y que hasta el siglo XVI no existía constancia de su uso por parte de vascos más allá de lo anecdótico, y así es como ha llegado hasta nuestros días como el símbolo por antonomasia de la cultura euskalduna.

La próxima vez que veáis a un aberchandal todo ufano con su colgante roñoso del lauburu al cuello pensando que se trata de un símbolo vasco que proviene de la noche de los tiempos, vosotros ya sabéis que se trata de una variación de un símbolo milenario que tiene su origen en Asia, y que ha sido usado por griegos y germanos, por celtas y romanos, por budistas y por japoneses, por nazis y por vikingos, casi por todos menos en Vasconia hasta los inventos separatistas. Pero para este pobre diablo educado en otra mentira abernazi, la ignorancia es la felicidad.

Hispano

miércoles, 8 de abril de 2015

Historia remota de Pamplona


Localizada en un emplazamiento estratégico, en un cerro sobre el río Arga, Pamplona fue fundada con bastante seguridad en el invierno del año 75 al 74 antes de Cristo siendo en un principio un campamento militar establecido por el general romano Cneo Pompeyo Magno (Gnaeus Pompeius Magnus; Roma, 106 - Alejandría, 48 a.C.) que se encontraba luchando en las guerras civiles sertorianas que tuvieron lugar en Hispania.

Sin embargo, se tiene constancia de la existencia de un poblado vascón preexistente en las inmediaciones de la actual catedral y sobre el que habría sido fundada la ciudad romana. Este poblado dataría de principios de la Edad de Hierro (s. VII a.C.) y en su punto álgido contaría con casas de planta cuadrada construidas probablemente con adobe, alguna calle empedrada y elementos defensivos como fosos y una muralla o empalizada. Estos elementos hacen pensar más bien en un poblado también prevascón y en permanente contacto con los celtas, por su posición estratégica y comercial.

Este poblado primigenio es generalmente conocido como Iruña, a pesar de que a ciencia cierta no se tiene constancia de como los habitantes de por aquel entonces se referían a su poblado. Ante esta incertidumbre quizás este nombre es adoptado dado que viene a significar en vasco "la buena ciudad" (no se han roto mucho la cabeza). Es en torno al siglo XI cuando se tiene constancia del topónimo Iruña ya para referirse a la urbe fundada por Pompeyo y se utilizan diversas formas como: “Irunia” (siendo su gentilicio “iruniensis”) “Ironia”, “Yronia”, “Iruna”, “Yrunna”, “Iruina”, “Yruinna”, “Yrunça”, “Erunga” y “Erunia” (formas estas últimas que se utilizan hasta el siglo XII). En la actualidad Iruña es el nombre cooficial de la ciudad de Pamplona, aunque la Euskaltzaindia (Real Academia de la Lengua Vasca) ha normalizado el uso de Iruñea al ser más correcto en batua desde el punto de vista lingüístico, aunque nunca se haya usado en Pamplona ni oralmente ni por escrito.

Otro de los posibles nombres que se barajan para este poblado originado de la Edad de Hierro es el de Bengoda, dado que se han encontrado monedas con esta inscripción. De lo que sí se tiene constancia es de que esta población tenía relaciones comerciales con otros pueblos a lo largo del siglo II a.C., como atestiguan los hallazgos de cerámica de origen celtibero e itálico (y para pagar esa cerámica, los impuestos, el vino, los metales y el aceite se habría acuñado la moneda, como en toda Hispania).

Mosaico de las murallas de Pompaelo

Existen teorías alternativas para el origen del nombre de la ciudad de Pamplona que lo desligan del general Pompeyo, pero es el propio geógrafo e historiador griego Estrabón (64 o 63 a.C. - 19 o 24 d. C.) el que establece lo siguiente en uno de sus tratados:

“Pasada la Jacetania, hacia el norte, se encuentra la tribu de los vascones, donde hay una ciudad llamada Pompelon, que es como decir Pompeyópolis” (Estrabón, Geografía, , 4, 10)

Así, de forma inconfundible el primer elemento que compone el nombre Pompelon es el nombre del general romano Pompeyo, porque Estrabón dice que este término es equivalente a Pompeyópolis (la ciudad de Pompeyo).

Como ya he mencionado, Pamplona nace como una "ciudad-fortaleza" de un contingente militar romano, que construyen su campamento en las inmediaciones de la Catedral de Pamplona. La ciudad conservará esta condición de plaza fortificada a lo largo de la mayor parte de su historia subsecuente, hecho al que contribuye tanto su especial orografía, existiendo desniveles importantes hacia el norte y el este que hacen más fácil su defensa, como su localización geográfica estratégica. Pamplona es un enclave estratégico clave para dominar los pasos desde Francia a través del Pirineo occidental hacia Aragón y La Rioja.

La fundación de Pompaelo quizás fuese la redenominación de un enclave vascón y es que los vascones mantenían relaciones amistosas con los romanos, de ahí que el general Pompeyo acampase al lado de un poblado indígena, contribuyendo como mínimo a la dinamización de su economía y poniendo las bases de su posterior desarrollo urbanístico. El campamento romano serviría como circunstancia para acrecentar la influencia del enclave y convertirse posteriormente en capital de los vascones, como ha ocurrido con otras muchas ciudades romanas.

De esta manera, se considera que la Pompaelo de por aquel entonces estaría poblada mayoritariamente por vascones y probablemente también se encontrarían asentados algunos comerciantes romanos, como atestigua la cerámica romana encontrada en el lugar. Con el tiempo Pompaelo crece hasta convertirse en un auténtico municipio romano desarrollado y con servicios como varias termas y un foro, aunque era una población estipendiaria de Caesaraugusta (actual Zaragoza). El periodo de mayor desarrollo de Pompaelo se produce quizás durante el siglo II, periodo al final del cual al menos dos tercios de la actual Navarra se encontraban intensamente romanizados, encontrándose cubiertos de explotaciones y poblaciones romanas.

Restos romanos en la Plaza del Castillo de Pamplona

El plano de esta urbe tendría forma de hexágono irregular atravesado por dos vías principales que actualmente son la calle Mayor y la calle Jarauta, también existían dos grandes termas, una en la Plaza del Castillo y otra junto al foro entre las actuales calles Curia y Compañía. Así mismo, en la Calle de la Merced se encontró en el 2004 un tramo de las murallas correspondiente a una torre circular.

En lo que se refiere al topónimo de "Pamplona" en uso actualmente, como es lógico procede de la evolución de los términos latinos que designaban a esta ciudad "Pompelon" o "Pompaelo", pasando durante la Edad Media por otros como “Pampilona”, “Pampeluna”, “Pampilonia” y inclinándose en romance navarro a finales del siglo XII por “Pomplona”, alternandolo desde el siglo XIII con el término actual de “Pamplona”, que se impondría como forma definitiva a comienzos del siglo XVI.

La ciudad conoce en el año 275 las primeras invasiones germánicas, así como en el año 409 las invasiones de suevos, vándalos y alanos, que se asientan en Hispania y se reparten sus provincias pero no la Tarraconense. En el año 409 la ciudad es tomada por los visigodos, que se asientan en ella y gobiernan el territorio desde ella durante tres siglos, algo de lo que existen múltiples referencias. Durante los siglos VI y VII Pamplona y Navarra sufren continuas incursiones de la monarquía visigótica con el ánimo de controlar el territorio. Finalmente, en el año 714 los árabes llegan hasta Pamplona, iniciándose de esta forma una presencia efímera en la que la actual capital navarra ejercerá de pieza central en un tira a y afloja entre los equilibrios establecidos a ambos lados de los Pirineos, pero esto ya es materia de otro artículo.

Hispano