jueves, 1 de marzo de 2018

La Antártida española: una historia de desmemoria


Los españoles no sólo fuimos los primeros en descubrir el continente helado de la Antártida, sino que poco más de doscientos años después también fuimos los primeros en poner el pie en estas tierras australes. Al menos a esto último apuntan indicios históricos que no estamos dispuestos a corroborar por pura desidia institucional, vamos a dejar que los ingleses se atribuyan de nuevo su falso descubrimiento, del que el año que viene se cumplen 200 años y ya han hecho hasta una réplica del bergantín que ellos dicen descubrió la Antártida, para emular su supuesto descubrimiento.

Mediante la expedición "Williams II" los ingleses pretenden conmemorar en el 2019 su descubrimiento de la "Antártida"

El primer hombre en divisar las tierras de la Antártida fue el almirante palentino Gabriel de Castilla que en el verano austral de 1603 se encontraba al mando de una patrulla de tres naves españolas que buscaba disuadir a los corsarios holandeses que operaban al sur del mar de Chile. Por los testimonios de un marinero holandés presente en la expedición, Gabriel de Castilla probablemente llegó a la bahía en la que se encuentran las islas de Melchior.

Otras fuentes le atribuirían también el descubrimiento de las islas actualmente conocidas como Shetland a las que el marino castellano llamó "Islas de la Buena Nueva" por el nombre de su navío, en las que observó "tierras montañosas cubiertas de nieve".

En los siglos siguientes este continente no quedará olvidado del todo, otros navegantes españoles llegaron a latitudes antárticas. Así la "Fragata Aurora" (1702) o la "San Miguel" (1709) bajaron a estas latitudes muchas décadas antes que la expedición del afamado navegante y explorador James Cook (1773).

¿Fueron los navegantes españoles los primeros en poner pie en la Antártida?

Los hechos que más nos interesan tienen lugar a principios del siglo XIX, cuando Fernando VII crea la "Division Naval del Sur", una flota de cuatro barcos y 1400 hombres, que material y moralmente se encontraban en condiciones deplorables. Al mando de esta misión irá de forma casi forzosa el brigadier Rosendo Porlier y Asteguieta y su misión es la defensa de lo que nos quedaba del Virreinato del Perú.

Esta flota zarpó desde Cádiz en el año 1819 y el desempeño de la misma será desastroso desde un principio. Ya a la altura de Brasil el navío "Alejandro I", un barco comprado a Rusia y que fue entregado en unas condiciones pésimas, tiene que darse la vuelta por fallos en el calafateado que provocan vías de agua en el barco y lo amenazan de naufragio.

La mayor pérdida sin embargo tendrá lugar en las peligrosas aguas del Mar de Hoces, situado entre el cabo de Hornos (Chile) y las islas antárticas Shetland anteriormente mencionadas. Allí un fuerte temporal termina de arruinar el buque insignia de la flota, el "San Telmo" capitaneado por Joaquin de Toledo y en el que también se encontraba el brigadier Rosendo Porlier. Este barco será visto por última vez en estas aguas con "graves averias en el timón, tajamar y verga mayor". Sólo la fragata "Prueba" y el mercante "Primorosa Mariana" llegarían a puertos en el Pacífico.

Descripción moderna de el San Telmo, con las áreas dañadas resaltadas

Es muy posible, aunque actualmente no podemos probarlo de forma definitiva, que el navío San Telmo fuese a naufragar en un cabo de la isla Livingston, situada el archipiélago Sethland del sur. Tal es así que pocos meses después el capitán William Smith, que supuestamente descubrió las primeras islas de la Antártida para Inglaterra, se llevó una sorpresa para mal cuando al llegar a la isla Livingston se encontró con los restos de un pecio español que concuerda en su descripción con el San Telmo, así como restos animales que indicarían que la tripulación sobrevivió cazando durante algún tiempo en ese lugar.

A su vuelta Smith fue conminado por la autoridad británica en el Mar del Sur para guardar silencio respecto a este descubrimiento que probaría que los ingleses no fueron los primeros en descubrir la Antártida, poniendo en peligro posibles reclamaciones territoriales futuras. El secreto no lo fue tanto ya que el capitán que acompañaba a Smith dejó patente en su diario que sí encontraron los restos de un naufragio español y que Smith se llevó el cepo de madera de un gran ancla para construir su ataúd con él.

Dibujo del San Telmo adentrandose en los hielos antárticos

En una posterior expedición en 1824, el marino británico James Weddel dejó constancia en su libro "Un viaje hacia el polo sur": "Varios restos de un naufragio fueron hallados en las costas del oeste,aparentemente pertenecientes a los restos de un escantillon de un navio de 74 cañones,que es probable sean los restos de un buque de guerra español de esa categoria perdido desde 1819,cuando hacia el transito hacia Lima".

Mientras tanto en España, de forma algo vergonzosa las autoridades se desentendieron del destino del buque español y las 650 almas que viajaban en él, sin mandar siquiera una expedición de exploración durante el resto del siglo XIX que al menos esclareciese el destino de estos hombres. El 6 de mayo de 1822 la Armada determina:

"En consideración al mucho tiempo que ha transcurrido desde la salida del navío San Telmo del puerto de Cádiz el 11 de mayo de 1819 para el Mar Pacífico y a las pocas esperanzas de que se hubiera salvado este buque, cuyo paradero se ignora, resolvió el Rey, que según propuesta del Capitán General de la Armada fuera dado de baja el referido navío y sus individuos..."

Posible ruta del barco San Telmo

Los españoles vuelven para quedarse a finales del siglo XX

En 1990 y con la desclasificación de los archivos secretos del Almirantazgo británico, supimos que ellos tenían una "Telmo Island" y una "Porlier Bay". En en 1993-94 una expedición hispano-chilena conocida como el "Proyecto San Telmo" encontró evidencias terrestres firmes del citado naufragio, mientras que en 1994-95 el buque oceanográfico "Hespérides" de la Armada Española continuó esta búsqueda, constatando que en el cabo Shirreff existía una anomalía magnética que sólo podía explicarse por una gran cantidad de objetos metálicos hundidos en esas aguas, sin embargo esta expedición no fue muy pormenorizada ya que no utilizó su robot subacático para buscar los restos del barco español, que debería de encontrarse en unas condiciones muy buenas dado que en estas latitudes no actúan los organismos que degradan la madera.


Desde 1988 existe en esta misma isla de Livingston, a unos 50 kilómetros, la base antártica Juan Carlos I, que actualmente está recibiendo una ampliación con un valor de 16 millones de euros. Estas instalaciones son de utilidad eminentemente científica y principalmente se llevan a cabo estudios relacionados con el llamado cambio climático.

Ampliación de la BAE Juan Carlos I

Cualquiera podría decir, que 30 años después de la inauguración de esta base española, ya sería hora de orientar una de sus misiones hacia la exploración del el cabo Shirreff, probable lugar del naufragio, y esclarecer así el destino de 650 españoles desaparecidos. Pero la realidad es que en la expedición de este 2018 sólo están previstos 16 experimentos relativos al cambio climático; constatando de nuevo que ni el Gobierno, ni la Armada, ni mucho menos los científicos que hemos enviado a la base, están muy por la labor.

Foto reciente de algunos de los científicos a los que hemos enviado a la BAE Juan Carlos I

Como podemos ver, en este país seguimos ignorando las gestas de nuestros héroes y por ello le cedemos el descubrimiento de todo un continente a nuestros antagonistas anglos, mientras le damos alas a traidores, quizás enfrascados en algún muy importante estudio con perspectiva de género respecto a la influencia del machismo sobre el cambio climático.

Placa en memoria de los tripulantes del San Telmo... cortesía del Instituto Antártico Chileno


Hispano

2 comentarios:

  1. Excelente resumen de otra vergonzante cesión a nuestros fieles enemigos, que se suma al descubrimiento de Australia y de Hawai. Más vergonzoso si cabe es que a ese grupo de científicos, llevados allá en un buque de la Armada a desarrollar una campaña con dinero público de España, se le permita exhibir un cartel cometiendo traición a España.

    ResponderEliminar
  2. Si esos científicos son funcionarios, me imagino que sí, donde está el responsable que no ha cumplido su obligación de expedientarlos? Así nos va en educación etc

    ResponderEliminar