jueves, 19 de abril de 2018

Algunas anotaciones respecto a la muy digna concentración del martes


El pasado martes tuvo lugar en Pamplona una escueta concentración en apoyo a los guardias civiles y sus parejas que hace ya casi dos años fueron víctimas de una brutal paliza por parte de una turba de abertzales en Alsasua. Obviamente ésta se producía a modo de desagravio frente a la otra manifestación a favor de los agresores que tuvo lugar el pasado sábado con el apoyo del euskogobierno y toda una invasión de autobuses guiputxis.

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En primer lugar hay que agradecerles a quienes han trabajado desde la organización para que la convocatoria saliese adelante en tan poco tiempo. Pero esto no quita que efectivamente tiene que haber un sitio para la crítica constructiva, que suele ser este blog:

En primer lugar, a la sociedad navarra en su conjunto. Nos congregamos unas 2500-3000 personas, lo cual es un avance en comparación a las concentraciones de unos pocos cientos de personas que de manera tan estoica viene convocando Vecinos de Paz en Pamplona. Pero es ante todo una cifra insuficiente en comparación con la manifestación abertzale que logró juntar a 35.000-50.000 infraseres el pasado sábado en Pamplona.

La concentración del martes ocupó aproximadamente el área en rojo, 1670 metros cuadrados que a dos personas por metro cuadrado nos dan unas 3.300 personas. Quitando el área de la rampa y los maceteros de los árboles, unos 2500-3000 asistentes.

La etarrada estaba a su vez pletórica, comparando la concentración de Carlos III y su manifestación del sábado, cuando sabemos de sobra que tuvieron que traer como mínimo un centenar de autobuses llenos de vasquitos para juntar a tanta gente en Pamplona, y hay suficientes vídeos que demuestran las cadenas de autobuses colapsando el tráfico de Pamplona.
Otros batasunos en cambio, todo ufanos, no se cortaban al afirmar que se había tratado de la manifestación más grande de la historia de Navarra, obviando que hace poco más de diez años 75.000-100.000 manifestantes tomaron Pamplona en un mar de banderas españolas para proclamar que Navarra no podía entrar en las negociaciones del ejecutivo socialista con la ETA.

El 17 de marzo del 2007, una fecha para la Historia en la que la mayor manifestación que ha recorrido Navarra (al menos en los últimos cien años) se echó a las calles de Pamplona entre miles de banderas españolas

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Aun con la ayuda exterior, habiendo venido ultraizquierdistas en autobús incluso desde Logroño, estamos hablando de una capacidad de convocatoria actual diez veces mayor, salvo excepciones muy trabajadas como la manifestación a favor de la bandera de Navarra del 3 de junio del año pasado. Pero es que la movilización no es algo que se pueda apagar y encender a voluntad, sino un músculo que ha de ser ejercitado con movilizaciones continuas y motivos no nos faltan para que la próxima sea aún más grande.

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A su vez el lunes anterior un ciudadano particular publicó esta esquela viva en el Diario de Navarra

En segundo lugar, a la organización que decidió poner el himno de Navarra para acto seguido cerrar el acto sin el himno nacional. Ciertos sectores del navarrismo siguen arrastrando los mismos complejos de siempre y no tienen problema en prescindir de los símbolos nacionales para contentar a no se sabe muy bien quién, de hecho muchos de los asistentes se sintieron decepcionados por esta omisión de difícil justificación.

¿Acaso los guardias civiles de Alsasua fueron apalizados por representar a Navarra? ¿Los 14 guardias civiles asesinados por ETA en Navarra lo fueron por ser navarros? ¿Alguna del puñado de banderas que se encontraban izadas era la de Navarra? Más vale que empecemos a pensar más en nuestra gente y menos en las trolas que igualmente contarán al día siguiente en el Diario del Menticias, todo lo demás es una huida hacia adelante y concesiones hacia un enemigo que nos quiere ver fuera de nuestra tierra.

La ausencia del himno nacional decepcionó a los asistentes, y no somos los únicos que lo creemos.

Esto ya es una anécdota, terminando el minuto de silencio una persona lo interrumpió de forma unilateral, hecho que fue respondido con chistadas y un aplauso que acalló su intervención. En las manifestaciones puede y debe haber espacio para las diferentes sensibilidades, pero otra cosa es no saberse comportar y pretender interferir en el desarrollo de la concentración aprovechando un minuto de silencio a las víctimas de ETA en Navarra.


Como es obvio no todo han sido pegas. Se agradeció mucho la presencia de líderes políticos venidos de otras comunidades, como Begoña Villacís o Rosa Díez. La asistencia de otros personajes públicos como el filósofo y escritor Fernando Savater, sin duda alguna contribuyó a aumentar la repercusión de la concentración; de la misma manera que las palabras de la incombustible Consuelo Ordóñez elevaron al público.

Hay que agradecerle de nuevo a la organización que se haya mojado en esta concentración, que esperamos devuelva a la sociedad civil a una nueva dinámica de movilización que acabe en otra gran manifestación como la del 3J.

Hispano

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