miércoles, 12 de abril de 2017

Después del carnaval de Bayona… la lucha continúa


Los actos conmemorativos celebrados en Bayona el pasado 8 de abril, con motivo del desarme (¿?) de la banda terrorista ETA, evidenciaron varias cuestiones.

1. ETA no ha desaparecido. No se trata únicamente de que, acaso, conserve una parte de su arsenal, por ejemplo cierto número de las pistolas robadas en su día en Francia, sino que ETA, como organización “desarmada”, seguirá jugando un papel en permanente ajuste con el resto del autodenominado MLNV; incluso más allá de su absoluta disolución. De ser “impulsor” y “vanguardia” iniciales, pasó décadas después a “garante”. Ahora se reducirá progresivamente a “guardián de las esencias” y “mito movilizador”, lo que no implica que su liderazgo desaparezca, pues persistirá al menos en la continuidad personales de líderes muy concretos de Sortu. Además, ¿dónde termina ETA y empieza Sortu?

2. El proceso anterior está siendo muy controlado por sus protagonistas. Ha sido largo, tampoco ha resultado sencillo, ni han podido evitar algunas disidencias (Ibil, ATA) debidamente aisladas y contenidas de manera oportunista. Pero, con todo, el control de ETA del conjunto de sus arsenales indica que el retorno al terrorismo –por parte de algún grupo disidente al modo del IRA Auténtico o IRA Continuidad- encontraría dificultades de todo tipo; especialmente el rechazo de la masa social “abertzale” que ha demostrado gran cohesión interna y una incuestionable fidelidad a su liderazgo.

3. Aunque la banda se encuentra “licuada”, el terror de ETA continuará desplegando sus perversos efectos: cientos de crímenes sin esclarecer ni castigar (de lo que casi 400 de ellos, asesinatos), persistencia del miedo y prácticas mafiosas unilaterales, perversión del lenguaje, intento de apropiación del denominado “relato” del terrorismo, imposición de escenarios ficticios de convivencia presuntamente plural, etc.

4. El teatro desplegado en Bayona fue, ante todo, un acto propagandístico dirigido a la masa social explícita y fielmente “abertzale” -además de escaparate para los medios de comunicación internacionales-, que deberá emprender un nuevo proyecto sin el aval del terror de las armas y con la persistencia de un duro enjuiciamiento ético desde amplios, aunque escasamente dinámicos, sectores sociales.

5.  La presencia coreográfica de los autodenominados “artesanos de la paz” –a quiénes nunca se vio con las víctimas de ETA y que, por el contrario, alguno de ellos fue tristemente conocido por verdugo (el “carnicero de Mondragón”)- no ha logrado engañar a la mayoría de analistas españoles, salvo que ya estuvieran predispuestos al adormecimiento autocomplaciente de un giro dialéctico más.

6. Pese al radical anticristianismo de las masas “abertzales”, han figurado entre los “artesanos” dos clérigos. La del obispo metodista irlandés es anecdótica, pues apenas hay vascos o navarros adeptos a esta confesión en vías de desaparición. La presencia de uno de los dirigentes de la católica Comunidad de San Egidio (sin arraigo significativo en estas tierras; entidad en ocasiones agente vaticano para situaciones delicadas y de emergencia), indica que los obispos católicos de ambos lados de la muga se encuentran más que “quemados” tras décadas de servilismo acrítico y de prácticas equidistantes de buena parte de sus antecesores frente al terrorismo. En este difícil contexto, para sus fines pastorales, persiguen el reagrupamiento de la base residual de creyentes vascos y navarros todavía practicantes, en general muy alejados del totalitarismo separatista, quienes conviven en unos territorios que se sitúan entre los que cuentan con mayor porcentaje de anticatólicos militantes de todo el mundo.

7. Los “agentes sociales” implicados al servicio de ETA, así como su característica dinámica interior y exterior -antes y durante el teatro de Bayona- confirman que la concepción ideológica de la autodenominada “izquierda abertzale” sigue siendo la de siempre: nacionalista panvasquista, marxista-leninista y gramsciana. Su “sociedad civil” es la de los “agentes populares” al servicio de los mismos fines que el de sus correlativos “agentes políticos” y hasta ayer mismo, “armados”, es decir, terroristas. La admisión y práctica, aunque fuere parcial y mínima, de su lenguaje y tácticas, implica un plus de aparente legitimidad y una ventaja de juego para los amigos de los terroristas.

8. Las declaraciones allí pronunciadas, y el editorial de Gara del día siguiente (http://www.naiz.eus/eu/iritzia/editorial/un-acto-potente-para-cambiar-los-esquemas-del-conflicto), marcan las líneas de trabajo del trabajo emprendido por ETA/Sortu y demás “brazos”: acumulación de fuerzas rupturistas; relanzamiento del proceso “soberanista”; cohesión de la masa social afín; acercamiento oportunista a Podemos al objeto de cercenarle progresivamente su base electoral; disputa del liderazgo del bloque burgués del PNV; apoyo a las “salidas individuales” de los 300 terroristas encarcelados (entre España y Francia) y exigencia simultánea del “acercamiento” de los “enfermos”, primero, y de los demás después; control y deslegitimación de los radicales de ATA; presión creciente a sus socios de gobierno navarros.

9. Por lo que respecta a Navarra, ETA/Sortu, una vez superado el “periodo de debate interno” con el que se ha desactivado ETA en su modalidad histórica y se viene redefiniendo Sortu por enésima vez, tendrá más espacio y capacidad de maniobra en su política de presión sobre el resto de socios de gobierno. Todo ello se orienta hacia una radicalización en sus línea políticas y propagandísticas: petición de acercamiento de los “presos navarros” a Pamplona-1, profundización de la “agenda” de la construcción nacional vasca en Navarra, mantenimiento de la presión callejera, nuevos “avances” en la educación, marginación y ostracismo de las voces navarristas disidentes, control formal e informal del espacio público, imposición del imaginario panvasquista en todos los órdenes de la vida pública, impulso de toda medida que quiebre las figuras de autoridad ajenas a su cosmovisión totalitaria, etc.

10. En este “nuevo” escenario”, en el que se seguirán sucediendo nuevas iniciativas cuyo objetivo es anular la voluntad de resistencia del españolismo navarrista, social y político, la sociedad civil navarra deberá transitar un camino jalonado de trampas, chantajes, manipulaciones y presiones en el que no habrá atajos ni para el que existen soluciones mágicas. La renuncia de cualquiera de sus signos de identidad implica el fortalecimiento del separatismo panvasquista -en esta fase que concibe como decisiva- así como la pérdida de espacios físicos o morales devenidos en irrecuperables; dinámicas a la que únicamente podrá responderse desde la diversificación, la especialización y la incorporación de nuevos agentes sociales con voluntad de lucha en el ámbito público y metapolítico.

Sila Félix

1 comentario:

  1. Discrepo en una cuestión: el EPPK ha pedido la agrupación de los presos en una única prisión, al objeto de "controlarlos" mejor. De ahí que la referencia a Pamplona-I me parezca muy arriesgada.

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